Feel Good Movie, como dicen los americanos, de buenos sentimientos y mensaje de autoayuda que si bien no aporta nada nuevo al cine en general, si es una experiencia agradable para pasar la tarde, aunque también hay que reconocerle ciertas virtudes innegables, como un reparto genial y una excelente ambientación.

Pero lo mejor de Amigas para siempre es, sin lugar a dudas, la fuerte conexión emocional que se puede encontrar entre la película y la infancia de cada espectador. Hayamos sido niños que han crecido en el campo o en la ciudad, todos teníamos amigos o hermanos inseparables con los que vivíamos las aventuras que le daban emoción a nuestras vidas, y eso lo plasma la película de manera excepcional: las aventuras, los misterios, los pactos y los apoyos que inocentemente vivíamos con personas que al pasar los años tal vez dejamos de ver, pero nunca se borraron de nuestra memoria.

Sin renunciar a cierta cursilería casi inevitable, Amigas para siempre es un relato de la infancia y la amistad, que pese a su tono de cuento, emociona y entretiene gracias a las cuatro actrices infantiles y las cuatro actrices adultas. Un reparto elegido miméticamente en el que las ocho intérpretes despliegan sus dotes para la comedia y el drama; y crean cuatro personajes entrañables y característicos, aquel que se quedó en el pueblo en que creció para formar una familia; aquel que triunfó en los sueños de su infancia; aquel que no quiere ni puede volver al pasado, pues es demasiado duro; y aquel que cuida, protege y une, esté donde esté. Cuatro caracteres realistas en una fábula sobre el poder de la amistad.