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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
9
Drama Traumatizado por un terrible asalto, un chico de 19 años se matricula en la universidad con su hermano, y ambos se unen a la misma fraternidad. Lo que ocurre en ella pone a prueba al chico y a su lealtad por su hermano.
20 de enero de 2017
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Varias películas se han estrenado este año que sirven como panóptica complementaria sobre la juventud de hoy en los Estados Unidos. Hace poco días veía American Honey, sobre un grupo de jóvenes que son el lumpen y la cara B de la voraz sociedad de consumo maquillada a través de impecables zonas residenciales y cuidados jardines. Es un retrato de una nueva forma de pobreza, que se da debido a que, en otra geografía no demasiado lejana de aquello, existe una riqueza o aquellos que, en teoría, tienen la capacidad de "comprar" sus propias vidas. Ese contexto sería el de Goat, donde unos pocos privilegiados pueden permitirse el lujo de estudiar unas carreras y prepararse para ser los hombres del futuro. Pero al contrario de la melancólica y tierna mirada que Richard Linklater arrojaba sobre las pocas horas preuniversitarias de ese grupo de novísimos nuevos amigos en Todos queremos algo (alimentada por la nostalgia ochentena que planeaba por la película), los protagonistas de Goat están alimentados por una violencia que viene de la tradición, por un sentimiento fraternal que debe ganarse a base de hostias y de humillaciones, por la búsqueda de una descerebrada catarsis de su masculinidad.

Andrew Neel, prometedor cineasta forjado en festivales a través del globo con documentales y cintas de arriesgados contenidos y enfoques (Darkon, The Feature, New World Order, King Kelly), opta por una mirada directa y naturalista hacia la serie de vejaciones sin sentido que sus personajes (a)cometen. La violencia es, aquí, una forma de comunicación, y por eso cuanto más explícita, sin sentido, e inmoral sea, más efecto tendrá en ese ansiado sentimiento de pertenencia a un grupo, se supone, el de los Hombres del Futuro. Y en el momento en que su protagonista, Brad (Ben Schnetzer), se comienza a cuestionar su propia cordura en esos iniciáticos días del infierno, es cuando el horror se hace más explícito, al menos, en su mente, traicionada por el dolor de su cuerpo, por la confusión de su condición masculina, y por la creencia casi imposible hacia el amor incondicional de su hermano Brett (Nick Jonas).

Goat, y la visión que su director arroja sobre su historia, es algo extremadamente complejo. Por un lado, su exposición sensorial y, exceptuando el componente fraternal de la trama, apenas apoyada en el conflicto o la narratividad, puede llegar a agotar. Por momentos, como en los sublimes títulos de crédito iniciales, el director parece fascinado con los animales que retrata. Pero luego muestra que esos mismos animales han sido condicionados y educados para, de verdad, creer que ser hombre es esto, que la masculinidad y el afecto entre los "hermanos" y semejantes se debe mostrar y demostrar como aquí se hace, y que no hay ningún condicionamiento moral que deba pasar por encima de sus códigos preestablecidos, por brutales que éstos sean.

Andrew Neel cuenta además con un espléndido reparto de actores/cómplices de su historia. Cada uno de sus intérpretes habita y representa valores más que cuestionables pero completamente reales de lo que muchos creen que tendría que ser un caballero, un amigo, un hermano, un ejemplo de lo que lo verdaderamente 'masculino' debería ser en la América de hoy. Por eso, a pesar del camino y las elecciones que su protagonista, el actor Ben Schnetzer, toma (del que hay que destacar, por cierto, que hace un trabajo extraordinario en la fisicidad y en el explícito sufrimiento, duda y confusión que vive), Goat es una película aterradora en sus tesis, porque no propone, ni puede proponer, una solución para el germen de la violencia de una sociedad, en la que toda la brutalidad y la deshumanización que aquí se muestra, es parte de la educación de unos hombres convencidos de que esto es lo precisamente necesario para ser hombres.
jaly
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