No deja de resultar chocante que la mujer – Callie Khouri - que creó dos de los más completos, apasionantes y atípicos retratos de mujer de la historia del cine (Thelma & Louise), sea la que lleva las riendas de este proyecto, que si bien contiene un canto feminista en toda regla, lo hace desde una posición bastante conservadora y tópica en cuanto al género femenino.

Esto, sin embargo, no es óbice para reconocer que los personajes creados y la manera en que son retratados para Clan Ya – Ya no sean lo mejor de la función. En la descripción de caracteres y en su adecuación a unas espléndidas actrices, donde se encuentran las verdaderas virtudes de una película que habla sobre el poder de conceptos como el perdón, el pasado, la amistad y el amor en general.

Una película que da otra perspectiva más sobre el profundo sur estadounidense y sus gentes; en este caso, a lo largo de dos tiempos: la época actual, y los “felices” años cincuenta. Y en esos dos planos, se nos cuenta el porqué del desastroso devenir en la relación entre una madre y una hija, y el papel que las inseparables amigas de la primera juegan en esa relación.

Sin renunciar a cierta cursilería y sentimentalismo, lo que da empaque a este filme, es, como era de esperar, un espléndido reparto, en el que choca un poco la presencia de Sandra Bullock entre tantas legendarias actrices (Ellen Brustyn, Maggie Smith, Shirley Knight y Fionnula Flanagan), que realizan unos trabajos sencillos pero tremendamente emotivos y divertidos; la comedida interpretación de Bullock está muy por encima de la media de otras películas de la actriz.

Y quien conmueve y por quien parece tener sentido la cinta es por una extraordinaria Ashley Judd, que tras ofrecer momentos memorables en películas como Heat o Doble Traición, desapareció del mapa, pese a poseer, como demuestra en Clan Ya – Ya, un inmenso talento y una sensibilidad dignas de una gran actriz.