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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
10
Romance. Aventuras. Drama Libremente inspirada en la obra homónima de la escritora danesa Isak Dinesen. A principios del siglo XX, Karen (Streep) contrae un matrimonio de conveniencia con el barón Blixen (Brandauer), un mujeriego empedernido. Ambos se establecen en Kenia con el propósito de explotar una plantación de café. En Karen Blixen nace un apasionado amor por la tierra y por las gentes de Kenia. Pero también se enamora pérdidamente de Denys Finch-Hatton ... [+]
3 de septiembre de 2009
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorias de África podría servir perfectamente para explicarle a un extraterrestre que es el cine. Algo tan simple como eso es lo que hace a una película que se convierta en un clásico. Y esta, desde luego, ya lo es. En sus imágenes de aliento épico vemos pasar la historia de dos humanos perdidos en la inmensidad de algo más grande que el famoso continente.

África luce aquí además como nuca se ha visto, ni antes ni después. Bandadas de gacelas, cebras, leones, elefantes, jirafas, corren por los inmensos valles, llanuras y ríos de un escenario que también nos dejó ver una de las historias de amor más bellas y más adultas que jamás presenciamos en una sala de cine.

La de Robert Redford y Meryl Streep en Memorias de África es algo que va más allá de la mera interpretación (por otra parte, y como ambos acostumbran, perfecta), ya que construyen a dos personas llenas de matices y sentimientos. No hay un bueno y un malo, no hay un protagonista y un antagonista. Hay dos seres que viven una verdadera estampida de sentimientos bajo un inmenso cielo abovedado, y sobre él (recuerden los planos de la avioneta...). Las escenas que comparten en la película hacen de esta, al margen de sus valores técnicos, la obra maestra que es, ya que tanto uno como otro son seres que se equivocan y aprenden , que se apoyan y discuten, que se enfrentan a sus mayores miedos (como la soledad o la pérdida de todo lo conocido) de manera tal que el espectador se identifica hasta el punto de que se introduce en sus conflictos.

Todo esto es obra, por supuesto, de un espléndido guión, pero también de una maravillosa actuación en la que no ves a Robert Redford y a Meryl Streep. Ves a un cazador lavando el pelo a una acaudalada dama europea a la par que se van desprendiendo de sus durezas y adquiriendo los sentimientos de la otra persona. Ves a dos personas mirando al horizonte desde la inmensidad de la tierra de África, y viviendo todos los pros y los contras de la vida en este pleneta.

También es mérito del añorado Sydney Pollack, en el mejor trabajo de su irregular carrera, el hacer que Memorias de África consiguiera adquirir esa espectacularidad y poética belleza, y a la vez ese intimismo introspectivo en sus personajes y sus arrebatadores sentimientos. Detalles como la secuencia con el médico, o la brújula, o la fiesta de año nuevo, o las historias que la baronesa cuenta, lo sitúan por derecho propio como un artesano, un maestro.

Que una pantalla consiga estremecernos con su último punto de luz, esa luz ocre y cálida de esta cinta, es que realmente hay mucho más detrás de esa pantalla. Hay arte, hay corazón, hay verdad, hay alma.
jaly
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