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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
8
Comedia. Drama. Romance Tess (Melanie Griffith), una joven neoyorquina de origen humilde, acude todos los días a su oficina dispuesta a luchar con uñas y dientes para alcanzar y superar cuanto antes el nivel de sus jefes. Sin títulos académicos, formación profesional ni posición social, es una más de la treinta secretarias que trabajan en la empresa Petty Marsh, pero ella desea desesperadamente un empleo mejor. (FILMAFFINITY)
4 de junio de 2009
31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hito de los ochenta que a día de hoy puede considerarse en muchos sentidos como un documento casi histórico. Y no sólo por el estilismo tan famoso y ridículamente espectacular que lucen ellas más que ellos en el film; sino por muchas más razones, como por ejemplo, por el éxito desmesurado en su momento de estreno, en lo que se refiere a la taquilla, y a la crítica, ya que, por extraño que les parezca a muchos, Armas de Mujer se alzó en 1988 con varios globos de oro y con seis nominaciones a los Oscars, en las categorías principales; todo ello sin dejar de tener en cuenta que estamos ante una comedia localista y casi costumbrista salpicada de romanticismo, y una oda al sueño americano.

Pero Mike Nichols podría sacar petróleo de la cumbre más alta de la tierra, porque pocos artesanos hay como él que conozcan tan bien las redes mentales y emocionales de los seres humanos. Sus películas pueden hablar de lo que sea, pero siempre hay hombres y mujeres de carne y hueso, y con fondo, en todas ellas (¿Quién teme a Virginia Woolf?, El Graduado, Silkwood, Closer, Ángeles en América...).

En Armas de Mujer nos encontramos en la Gran Manzana, Manhattan, cima del mundo, centro financiero, paraíso de los sueños inalcanzables, y una secretaria bastante paleta (Melanie Griffith en el mejor papel de su carrera, sencillamente impresionante), suplanta a su jefa (Sigourney Weaver, ¿porqué todo lo que interpreta esta mujer es tan verídico, tan real, tan emotivo en su sencillez, tan memorable... dónde está?) y realiza una serie de operaciones financieras a sus espaldas, además de compartir amante (Harrison Ford, sólo un actor de su porte podía infundir interés a un personaje tan soso).

Y con esta historia Nichols reescribe esa etapa histórica de los tiburones de Wall Street, de los Yupies, de las hombreras, de la niebla constante sobre Hudson River y East River, y de ese ideal tan americano del aprecio y la dedicación al trabajo, de que con trabajo duro podemos alcanzar nuestros sueños, aunque estos sean un despacho con ventanas en un enorme rascacielos.

Y Nichols presenta estos ideales y esta década esencial de la historia moderna en bandeja de cuento de hadas, con raciones de sutil ironía, gracias a un modélico guión. Let The River Run...
jaly
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