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Voto de LennyNero:
8
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Ciencia ficción. Thriller. Acción
Tras la llegada de una enorme nave espacial a Johannesburgo (Sudáfrica), los alienígenas fueron encerrados en campos de concentración en calidad de refugiados. Unos veinte años antes, cuando los extraterrestres entraron en contacto con nuestro planeta, los hombres esperaban un ataque hostil, o un gran avance tecnológico. Pero nada de ello sucedió. (FILMAFFINITY)
14 de septiembre de 2009
46 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tentación de calificar a Distrito 9 como el sleeper del año debería ser puesta como mínimo en cuarentena. Cierto es que su presupuesto no llega al de las megaproducciones veraniegas que suelen asolar nuestras pantallas pero tampoco es una serie B, ni mucho menos. Apoyada en el nombre comercial de Peter Jackson y amparada en una estrategia de marketing viral, sobre todo en internet, su llegada a nuestras pantallas, y el consecuente bombazo de taquilla no debería ser sorpresa alguna.
Sin embargo, lo que sí sorprende es su asunción de alternativa, su capacidad de jugar con códigos más cercanos a propuestas más modestas y configurarse como entretenimiento, cierto, pero también como un film de varias capas, que ofrece espectáculo y al mismo tiempo se dedica a diseccionar algunos de los problemas más actuales de la sociedad actual.
Su puesta en escena de un tono casi rayano en el mockumentary la sitúa muy cerca de Monstruoso y, en cierto modo, emparentada con ella en su voluntad de transgresión del género de la ciencia ficción para convertirlas en falsos documentos de una realidad paralela no existente pero reconocible. Pero hasta aquí es donde llega el parentesco, mientras que el film de Matt Reeves pretendía ser un alegato un tanto naïf sobre el amor verdadero filmado sobre bases más o menos originales con cámara subjetiva, Distrito 9 pretende ser una carga de mayor profundidad ideológica descansando sobretodo en su impactante e inquietante realismo.
Más allá de la evidente parábola sobre el apartheid, el situar la acción en plena Sudáfrica ya es toda una declaración de intenciones. En cierto modo situar el epicentro de la acción lejos del territorio estadounidense permite una mayor y más rápida identificación emocional, como si la realidad no pudiera articularse en unas ciudades, New York, Los Angeles, que ya parecen más decorados de cine que emplazamientos reales.
A partir de estas premisas Neill Blomkamp dibuja un panorama de denuncia absoluta, una crítica veraz, sin dar un respiro al buenismo humanitario ni a la posibilidad de redención, donde el militarismo y el control de las multinacionales se imponen por encima de cualquier otra consideración. No obstante, lo que flota constantemente en el ambiente, lo que realmente dota al film de su contenido más profundo, es la plasmación del miedo como eje vertebrador de las acciones humanas. Miedo a lo desconocido primero, y miedo una vez se asume que lo conocido es diferente, y no sujeto a los parámetros por los que se mueve el mundo occidental.
(sigue en spoiler)
Sin embargo, lo que sí sorprende es su asunción de alternativa, su capacidad de jugar con códigos más cercanos a propuestas más modestas y configurarse como entretenimiento, cierto, pero también como un film de varias capas, que ofrece espectáculo y al mismo tiempo se dedica a diseccionar algunos de los problemas más actuales de la sociedad actual.
Su puesta en escena de un tono casi rayano en el mockumentary la sitúa muy cerca de Monstruoso y, en cierto modo, emparentada con ella en su voluntad de transgresión del género de la ciencia ficción para convertirlas en falsos documentos de una realidad paralela no existente pero reconocible. Pero hasta aquí es donde llega el parentesco, mientras que el film de Matt Reeves pretendía ser un alegato un tanto naïf sobre el amor verdadero filmado sobre bases más o menos originales con cámara subjetiva, Distrito 9 pretende ser una carga de mayor profundidad ideológica descansando sobretodo en su impactante e inquietante realismo.
Más allá de la evidente parábola sobre el apartheid, el situar la acción en plena Sudáfrica ya es toda una declaración de intenciones. En cierto modo situar el epicentro de la acción lejos del territorio estadounidense permite una mayor y más rápida identificación emocional, como si la realidad no pudiera articularse en unas ciudades, New York, Los Angeles, que ya parecen más decorados de cine que emplazamientos reales.
A partir de estas premisas Neill Blomkamp dibuja un panorama de denuncia absoluta, una crítica veraz, sin dar un respiro al buenismo humanitario ni a la posibilidad de redención, donde el militarismo y el control de las multinacionales se imponen por encima de cualquier otra consideración. No obstante, lo que flota constantemente en el ambiente, lo que realmente dota al film de su contenido más profundo, es la plasmación del miedo como eje vertebrador de las acciones humanas. Miedo a lo desconocido primero, y miedo una vez se asume que lo conocido es diferente, y no sujeto a los parámetros por los que se mueve el mundo occidental.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No es difícil pues ver a los alienígenas como ciertas oleadas de inmigrantes, asustados al principio, dignos de nuestra compasión para una vez recuperados lanzarlos a un ghetto de incomprensión, un lugar fuera de nuestra vista y por tanto conciencia. Un lugar extramuros al que poder arrojar nuestra inmundicia y al mismo tiempo convertir a sus habitantes en causantes de todo mal, como un cuerpo extraño, como un virus insidioso.
Cierto es que otra de las grandes habilidades del film es no dejar que la empatía circule en un solo sentido, mostrando que, más allá de las intenciones buenas o no de los visitantes, ellos también son susceptibles de embrutecerse como los humanos. De hecho el protagonista del film, un excelente Sharlto Copley, se erige (más allá de la obviedad del planteamiento dramático de la trama) en una excelente síntesis entre la lucha que se produce entre, digamos, la mirada del otro y el miedo a los otros.
Este es pues, un film que respira cinefilia por los cuatro costados. Con evidentes referencias a films como La mosca, la ya mencionada Monstruoso y un estilo muy cercano al, por ejemplo, Spielberg de Encuentros en la tercera fase, Distrito 9 se posiciona como otra forma de hacer cine, con capacidad de entretener sin renunciar a un status más autoral. Cierto es que se le puede reprochar un tramo final con una deriva más destinada a la acción pura y dura, pero ello nos parece pecata minuta y más si tenemos en cuenta que es sin duda una película que siendo consciente de su rol genérico nunca renuncia a algo tan fundamental como la inteligencia.
Cierto es que otra de las grandes habilidades del film es no dejar que la empatía circule en un solo sentido, mostrando que, más allá de las intenciones buenas o no de los visitantes, ellos también son susceptibles de embrutecerse como los humanos. De hecho el protagonista del film, un excelente Sharlto Copley, se erige (más allá de la obviedad del planteamiento dramático de la trama) en una excelente síntesis entre la lucha que se produce entre, digamos, la mirada del otro y el miedo a los otros.
Este es pues, un film que respira cinefilia por los cuatro costados. Con evidentes referencias a films como La mosca, la ya mencionada Monstruoso y un estilo muy cercano al, por ejemplo, Spielberg de Encuentros en la tercera fase, Distrito 9 se posiciona como otra forma de hacer cine, con capacidad de entretener sin renunciar a un status más autoral. Cierto es que se le puede reprochar un tramo final con una deriva más destinada a la acción pura y dura, pero ello nos parece pecata minuta y más si tenemos en cuenta que es sin duda una película que siendo consciente de su rol genérico nunca renuncia a algo tan fundamental como la inteligencia.