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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Western 1850. Los hermanos Charlie y Eli Sisters viven en un mundo salvaje y hostil, en plena fiebre del oro. Tienen las manos manchadas de sangre, tanto de criminales como de personas inocentes. No tienen escrúpulos a la hora de matar. Es su trabajo. Charlie (Joaquin Phoenix), el hermano pequeño, nació para matar. Eli (John C. Reilly), sin embargo, sueña con llevar una vida normal. Ambos son contratados por el Comodoro para encontrar y matar a ... [+]
20 de mayo de 2019
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Hnos Sisters sabe a wéstern del bueno desde la primera toma. No importa que haya sido rodado en Aragón, Almería y la Sierra de Urbasa, tampoco tiene importancia que eso (la captura de imágenes) tenga lugar en el 2017 ni siquiera que su muñidor central sea centroeuropeo. El teniente coronel Kilgore (Robert Duvall), mirando en cuclillas la noche y el fuego, hubiera dicho: "No hay nada como un granero ardiendo en la oscuridad, todo huele a gasolina, pólvora, sudor de caballo, madera carbonizada y a salvaje oeste"
Aquí hay respetuoso clasicismo que no disputa un ápice de veracidad al realismo crepuscular que, con permiso de Clint Eastwood (Sin perdón), utiliza certeramente el parisino Audiard.

En 1850 uno de los trabajos que ayudaban a la realización personal de algunos individuos, sobre todo si su adn estaba espolvoreado por toquecillos psicópatas, era el de asesino a sueldo: bien pagado, respetado (aunque no respetable), e incluso admirado y envidiado en la intimidad (excluyamos a la familia de las víctimas), si te precedía la fama de profesional cumplidor. Charlie y Eli Sisters se hallaban en esta tesitura, aunque uno de ellos, el bonachón, estaba dejando de disfrutar de las supuestas ventajas que le reportaba su oficio.
La búsqueda, con aviesas intenciones, de un competidor del Comodoro que no se atiene a razones, se convertirá en un auténtico viaje iniciático con posible retorno al lugar del que, tal vez, nunca debieron salir.
En medio toda una clase magistral sobre usos y costumbres de la época, incluido el descubrimiento de la pasta dentrífica.

Entre las muchas razones para ver esta exitosa traslación de la novela de Patrick Dewitt, la lectura de que aunque hayan pasado 170 años desde el arranque de la ficcionada historia siguen incólumes algunas arcaicas reglas y supuestos de "convivencia": la sempiterna lucha entre la fuerza bruta y el ingenio humanístico, con los resultados que todos conocemos (Trump en la cúspide piramidal); la convicción de que nunca ha sido más inocente el hombre que cuando nadaba en el interior del saco amniótico, que es el lugar al que queremos volver cuando somos conscientes de nuestra capacidad destructiva; y la constatación de que lo que nos pasa, o no nos pasa, en la infancia marcará el resto de nuestras vidas (¿qué le pasaría a Eli con su padre?, ¿sufrió bullying ese resentido pòlítico ultra por parte de una malvada criatura con trenzas?)
Sinhué
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