Corren los primeros años de la década de 1980 y Paul McCartney vive en la cima de su popularidad como solista, tras su exitoso album 'Pipes of peace' y la colaboración con Michael Jackson en 'Say,say,say', que dio lugar a un recordado videoclip. Y tras tales logros, Paul se embarca nada menos que a montar una película sobre la cual se sostendrá su próximo disco, "Give My Regards to Broad Street", del mismo nombre que la susodicha.

¿Y en qué consiste esta película? La historia narra básicamente la búsqueda de unas grabaciones sustraidas por uno de sus cercanos, correspondientes a sus trabajos. Para ello Paul irá acompañado de su esposa Linda y del exbeatle Ringo, quienes andarán por ahí animando la función o haciendo algún numerito que otro. Ello será además aprovechado por Paul para desempolvar algunos de sus viejos éxitos beatles, como 'Eleanor Rigby' y para lanzar su nuevo hit 'No more lonely nights'.

Y a parte de eso, poco más. La película se hace en general bastante tediosa y cargante, al recrearse una y otra vez en las tonterías mentales de un McCartney, quien bien poco o nada tiene que aportar al cine pero tiene mucho olfato para los negocios. No en vano el album pasó unas buenas semanas en las listas de éxitos y se vendió bastante bien.