Empezaré medianamente fuerte: me voy a permitir decir que el film no es excepcional. Pese a los intentos de grandeza que la película intenta - actores de nivel, hiperrealismo, sequedad narrativa, intrusión de la tragedia, ganas de centrarse más en el drama humano que en la espectacularidad-, se queda en correcto. Su sequedad narrativa, que pinta las cosas una dureza considerable, hace que el personaje de Gosling parezca un tanto antipático. También se le quita parte de magia a la llegada a la Luna y a otros hechos vitales de la Carrera espacial. Así que queda un largo algo frío, desapasionado y un tanto cerebral, ajeno a ñoñerías y seguramente cercano al enfoque de las cosas de centrado ingeniero que mueve a alguien como Amstrong, le da un aire europeo, como si a la película le faltara corazón.

Dicho esto, su tratamiento de las set pieces -un conjunto de momentos aterradores llenos de imprevistos en el que su protagonista está encerrado en traqueteantes trampas de metal a punto de saltar en pedazos o quemarse en la reentrada a cada segundo- es lo más realista que se ha mostrado en pantalla. Viajar al espacio en los años sesenta, nos dice el fin, era una película de miedo aeronáutica. Un enfoque que apenas se ha mostrado en un largometraje estadounidense que tratara los intentos de la NASA. Además, el hecho de que los astronautas tengan que afrontar la muerte de compañeros e trabajo en inesperadas circunstancias, según vemos aquí, desanima y pone a prueba al más templado.

¿Conclusión? Un interesante largo sobre la NASA. Le quita magia a al asunto, pero muestra lo psicológicamente devastador que fue para los astronautas (y sus familias) llegar a nuestro satélite.

Pero vamos, que no es una GRAN película. Es sólida.