Lo primero que me salta a la vista como espectador tras varios minutos de visionado del film (de ritmo a moroso y cierto marchamo autoral mal entendido que difícilmente encaja con las intenciones de plasmar el angst teen MTVesco de estos días) es su parecido con un cortometraje animado made in Wachowski Bros llamado Historia del chico". Y es que las semejanzas saltan a la vista, caray. Chapero-Jackson bebe de ahí. Y se nota.

Pero bueno. Sigamos...

¿Tiene la película suficiente gancho como para atrapar a esas angustiadas menores obsesionadas con "Twilight", a las que supuestamente representa su personaje protagonista?

NO. Un no rotundo. Solamente miren la taquilla.

Y no me digan que fue culpa de la publicidad, porque no cuela. Un largometraje de estas características debería ser un prefabricado producto industrial basado en un riesgo narrativo nulo dirigido a una muchachada con TDAH que ya ha sido testeada antes para saber si están interesados en el material. Algo como "Tres metros sobre el cielo", diantres.

Pero no. El film no va por ahí. Intenta a jugar muchas bazas y no acierta una: la cosa acaba lindando entre una mezcla esquizoide de "Subway", una versión cañí de las obras de Gibson, ciertos largometrajes B de los ochenta CI-FI al más puro estilo "Guerreros del sol" y hasta el monomito de Joseph Cambpbell, que con sus héroes paradigmáticos, pruebas metafóricas y demás tanto daño ha hecho al cine comercial contemporáneo más cool.

O sea: un calentamiento de cabeza notable fruto de un cineasta harto confundido; un autor tratando de hacer cine masivo para menores sin tener la sensibilidad adecuada ni el guión adecuado. Algo así como Julio Médem dirigiendo "Ultraviolet".

Por si fuera poco, "Verbo" cae en el cliché del fantástico que ambienta sus mundos en túneles de metro para ahorra budget. Algo visto desde "THX 1138".

Además, el entorno de fantasía que se plantea carece de reglas explicadas, lo cual permite que todo ocurre, sin orden ni concierto, a la vez que el espectador se pierda por completo, totalmente confundido ante la opacidad de lo que se le cuenta. Eso por no hablar del papel de la heroína, personaje reactivo sin verdadero poder en el discurrir de la historia.

Y ya, como puntilla, Eduardo nos incluye una bien animada (amén de gratuita) secuencia de pseudojapanimación clipero-rapera que no viene a cuento, con patinadores gantzianos cantando y dando botes de acá para allá.

Resumiendo: un quiero y no puedo de considerables proporciones.

Film fallido se mire como se mire.

No ser convertirá en en cult movie.