¿Qué hay aquí? Una secuela sólida, pero poco inspirada. Elementos que funcionan -como un Stallone que parece más allá del bien y el mal- o el toque urbano/moderno de ésta nueva saga se mantienen. Además, el realismo que la anterior entrega atesoraba, sigue aquí también. Por poner un ejemplo: el brutal combate entre Drago y Creed (el primero) nunca es de cómic. Esto no es Rocky 4, sin duda. Por mucho que Lundgren se pasee por la historia. Interesante es también como se les humaniza a él a su hijo (aunque se les echa más de menos en el metraje) y aún más cómo se tratan los problemas de salud del bebé (inesperado para él y su pareja) de Adonis. En éstas películas, las cosas se tuercen. Pero es que de eso trata el Rocky Cinematic Universe: de recibir las tortas y seguir aguantando. Pero claro... también hay pegas:

Un director verde que abusa de la cámara en mano y parece haber sido controlado desde fuera, excesos hiphoperos y cliperos a la moda varios, momentos de la trama que se ven venir (los beats de la historia son harto predecibles para cualquiera que haya visto filmes del Potro Italiano, amén de un entrenamiento rebuscado desértico y un tempo que se arrastra un tanto. ¿Qué decir? Es un largo que se deja ver, pero el desgaste del Mundo Rocky es ya evidente. Esperemos que se les ocurra algo sólida para la próxima entrega. Si no, esto puede acabar siendo casi un telefilme de alto presupuesto.

NOTA POCO RELACIONADA: El uso de los FX sonoros en los combates es más que notable.