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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
9
Drama. Romance Penny, una cajera de supermercado, ha dejado de querer a su marido Phil, un taxista tierno y de espíritu filosófico. Su hija Rachel es limpiadora en una residencia de ancianos, pero su hijo Rory, un chico de carácter agresivo, está en el paro. (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2007
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine de bajo presupuesto, con actores desconocidos, pero imprescindible para todos.
El director de la espléndida Secretos y mentiras, y de la aún inédita en España Topsy-Turvy, ha alcanzado su plenitud creadora gracias a una propuesta situada en las antípodas del cine actual, o sea, de las del entretenimiento. Mike Leigh bebe de las fuentes de la cinematografía social británica, y las técnicas documentales, para conformar un crudo mosaico realista de paradójico aliento que sobrecogerá al más afortunado, optimista y valiente de los espectadores.
En un barrio de protección oficial de Londres, un grupo de vecinos de clase media-baja sobrelleva el día a día como puede. Penny, una cajera de supermercado, está perdiendo el amor que sentía por su pareja Phil, un taxista tierno y bonachón aunque un tanto abúlico. Su hija Rachel trabaja limpiando en una residencia de ancianos, y su hijo Rory, de carácter agresivo y perezoso, se mantiene en el paro. Además, Penny tiene dos amigas cuyas familias se van a pique: una comparte excesivas dosis de alcoholismo junto a su marido, compañero de trabajo de Phil, mientras su hija asiste al derrumbamiento; otra, viuda, trata de volcarse en la protección y ayuda de su hija, que atraviesa un mal momento con su novio. Afuera, en el patio de vecinos, un paria imberbe divaga y hace de las suyas, símbolo del abismo al que se dirigen los protagonistas.
Prescindiendo de toda técnica narrativa, y a través de un aparente naturalismo interpretativo, Todo o nada es la prueba palpable de que el cine no es sólo ritmo, de que lo que importa al final de una película es la transmisión pura de emociones, y de que no existe mejor guión dramatizado que la tragedia diaria de nuestras vidas. Unas vidas cuya rutina e inercia pueden llevarnos al hastío o la desesperación, unas vidas que convierten el día a día en una existencia escalofriante, dolorosa y oscura, unas vidas que van abandonando poco a poco los lazos familiares, el cariño, el apoyo y el amor en estado latente.
El mundo real
Mike Leigh nos recuerda con ojos grises que la mayoría de los seres son feos, gordos y pobres, que la desgracia y el horror humano más próximos son la adversidad cotidiana y el refugio en una morada deprimente, consecuencia del mundo en que vivimos y del que todos somos partícipes. Los personajes se introducen poco a poco en un callejón sin salida (sí con retorno) del que sólo saldrán a fuerza de amor, aunque sea en pequeñas dosis. Los espacios herméticos son su entorno natural: cuchitriles, hospitales, supermercados, taxis...
Se observa en el director cierta timidez ante la felicidad, que lo sume en la prolongación de lo crepuscular, pero no importa, su ambición vitalista desecha la supuesta calidad perentoria que ha de tener todo film. Como la vida misma, con el ánimo maltrecho pero la reflexión estimulada, decimos adiós a los sueños, hola a los sentimientos que nos rodean y a los que todos nos aferramos, y gracias por esta suculenta obra maestra.
La Maga
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