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España España · Los Alcázares
Voto de FGI:
6
Drama Sueños, esperanzas y pasiones de los habitantes de una populosa y humilde casa de vecinos de Madrid. Entre ellos, un inventor que siempre inventa lo que ya está inventado, un compositor, una chica de alterne, una comadrona, un repartidor de una pastelería, un joven pintor... (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2017
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realización impecable, narrativa irregular y moralidad oprobiosa. El tandem Tamayo-Mur Oti quiere hacer pasar por homenaje lo que en realidad es un llamamiento a la mujer para que lleve con resignación, incluso orgullo, una vida de sacrificio en favor del hombre. La falsedad parte ya de la estructura del relato, con varias parejas en las que la esposa realiza las tareas de la casa, cuida de los hijos y aún aporta dinero cosiendo y planchando para fuera, mientras el marido se pasa el día lamentando su mala suerte.

La historia, bien dialogada y bien filmada, camina con paso firme hasta que de golpe, se derrumba. Esto sucede cuando entra en escena el personaje infumable de una prostituta que, en un proceso de conversión, que tiene más de místico que de social, abjura del lujo pecaminoso y abraza la virtud del ama de casa. En consecuencia, cambia sus vestidos de noche por el delantal y disfruta fregando escaleras con un estropajo.

Paralelamente, los maridos, que hasta ese momento han sido mostrados como inútiles, aprovechados, egoístas y ridículos, sufren el ataque de un virus extraño, probablemente la variante masculina del que atacó a la prostituta, y se convierten en hombres de pro. El caso más significativo es el del inventor de cosas inventadas, que sin haber dado jamás un palo al agua, agarra un pico y trabaja veintidós horas seguidas, sin descansar ni para comer, y aún estaría dando picotazos si no se lo hubiera impedido el capataz. El milagro se complementa con la ausencia de agujetas, tirones de espalda u otros achaques que habría sufrido cualquier individuo normal. Pero es que sobre él recae la responsabilidad de reivindicar a su género.

Tratándose de mujeres no podía faltar el tema de la maternidad obligada. Hijos los que Dios envíe, dice la comadrona, y para que así conste, abofetea al padre que reniega de sus hijos, a los que no puede alimentar, cuando se atreve a expresar el deseo de que su mujer, nuevamente embarazada, aborte.
FGI
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