Silvester Stallone llevaba tiempo mascando una idea que hace unos años no hubiera sido más que una quimera: juntar en una película a gran parte de aquellos que nos hicieron vibrar con las genuínas películas de acción de los años 80 y 90. El ocaso de las carreras cinematógráficas de la mayoría de ellos ha hecho posible que ese sueño se haga realidad.

Un grupo de mercenarios es contratado por el misterioso Señor Iglesia para liquidar al líder de una isla caribeña. Cuando los dos líderes de esos mercenarios hacen una inspección del terreno, ven algo que les huele a chamusquina. A partir de ahí, empezará una retaila de explosiones y puñetazos que nos translarán a aqueelas maravillosas películas que nos hicieron gozar.

De esta película decir que está muy clara su intención: homenajear una forma de hacer películas que por desgracia para alguno y para alegría de otros ya no se da. Por tanto, es absurdo esperar otra cosa que no sea lo que nos mostraron "Rambo", "Connan", "Demolition Man", etc. La pena es que no hubiera conseguir la colaboración de algunos clásicos como Wesley Snipes, Steven Seagal, Chuck Norris, o Jean Claude Van Damme, y que Bruce Willis y nuestro querido Arnie aparezcan tan poco.

Sus otros grandes aciertos: el personaje e interpretación de Mickey Rourke y algunas coñas marineras. Sus otros grandes defectos: alguna subtrama sobrante como la de la novia de Navidad y que se debería de haber orientado a la autoparodia.