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Colombia Colombia · http://filmicas.com | Bogotá
Voto de Luis F Ragua:
10
Aventuras. Drama Karamakate fue en su día un poderoso chamán del Amazonas; es el último superviviente de su pueblo y vive en lo más profundo de la selva. Lleva años en total soledad, que lo han convertido en "chullachaqui", una cáscara vacía de hombre, privado de emociones y recuerdos. Pero su solitaria vida da un vuelco el día en que a su remota guarida llega Evan, un etnobotánico norteamericano en busca de la yakruna, una poderosa planta oculta, capaz ... [+]
16 de mayo de 2015
100 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena de “El Abrazo de la Serpiente”, Theo, un etnólogo alemán que ha llegado al Amazonas buscando una planta sagrada que lo salve de su inminente muerte, nota que alguien le ha quitado su brújula. Alterado, confronta a los miembros de la tribu con la que pasó la noche para que se la devuelvan, antes de descubrir que es el mismo jefe quien la tiene, y que no tiene intención alguna de devolverla. Resignado, Theo regresa a su canoa, donde su acompañante indígena Karamakate le reprende su actitud de apego al objeto, típica de los blancos. Theo, quizás enmascarando ese apego en un falso altruismo, le dice que la tribu se sabe guiar ya por las estrellas y los vientos, y que la brújula les quitaría ese conocimiento en el futuro. “Ud. no entiende”, responde Karamakate, “el conocimiento es de todos”.

En esta breve escena se encierran las preocupaciones que le dan existencia a “El Abrazo de la Serpiente”. Primero, el colonialismo brutal que termina con personas, pueblos, ideas y mundos enteros. En este caso, es el hombre blanco europeo y los “colombianos” quienes llegan desde finales del siglo XIX al interior de la selva amazónica talando, esclavizando y evangelizando mientras buscan, primordialmente, caucho. El director Ciro Guerra (Los Viajes del Viento) es audaz en mostrar este cambio de una manera sugerida, y se siente en cada escena el peso del tiempo, de los siglos que ha durado esta devastación: cicatrices en la espalda, árboles sin hojas, troncos rasguñados sistemáticamente, tribus completamente vestidas.

En medio de todo, Karamatate, quien escapó de la esclavitud en su juventud, se cree a sí mismo el último superviviente de su tribu. Será Theo quien le devuelva la esperanza al informarle de que ha visto más de los suyos, y emprenderán juntos un viaje por el Amazonas para buscarlos, y para buscar entre ellos la planta que curaría al europeo.

En el camino, vamos descubriendo junto con Theo, poco a poco, la diferente forma de ver y relacionarse con el mundo de Karamatate, quien lamenta haber perdido la capacidad de escuchar a los animales y las plantas, que se comunican con él a través de los sueños, después de haber abandonado a su pueblo. Para él, la misión de este viaje será también re-encontrar a ese hombre que abandonó su cuerpo, dejándolo convertido en un chullachaqui, una coraza sin contenido.

“El conocimiento es para todos”, dice Karamatate, pero pronto se hace evidente de que no se trata de un solo conocimiento universal, sino de muchos tipos de conocimientos: el de él basado en los sueños, el de los europeos basados en la noción de la ciencia, el de otras poblaciones indígenas distintas a la suya. Y, aunque cada quien defienda inevitablemente a su conocimiento como superior, el guión defiende la existencia de todos.

A pesar de tratar estos temas que podrían parecer muy académicos, en el largometraje nunca se sienten forzados, y nunca se ven los personajes obligados a hacer grandes discursos inverosímiles al respecto: es la historia misma la que los va a sacando a flote, suceso a suceso, logrando que las reflexiones calen más hondo.

Espectaculares tomas del Amazonas y un sonido preciso y punzante le dan mayor peso a una historia que no cae nunca en caracterizaciones facilistas. Hablada en nueve idiomas y filmada en medio de la selva amazónica, por partes graciosa y por partes terrorífica, y guiada por el tacto y la ambición desbordada de Ciro Guerra, “El Abrazo de la Serpiente” se erige como la primera gran obra maestra del cine colombiano en el siglo XXI.
Luis F Ragua
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