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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · Fea
Voto de Rodolfo Lasparri:
6
Drama En Nueva York, la pequeña Maisie (Onata Aprile), con apenas 6 años, se ve involucrada en el amargo divorcio de sus padres, una estrella del rock (Julianne Moore) y un marchante de arte (Steve Coogan). (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos el cine es una mirada. Distante, cálida, reflexiva, atenta, inquietante, documental, contemplativa, gamberra o caprichosa según el lugar donde se coloque la cámara. En este caso, el dúo de realizadores Scott McGehee y David Siegel, con tacto y refinamiento delicado, la mirada que nos proponen es menor, de edad.

Uno de los grandes hallazgos de la novela “What Maisie Knew” de Henry James, publicada en 1897, fue saber retratar el mundo desde esta posición de no más de 85 centímetros del suelo. Tanto la reconocida obra literaria como la película se preocupan en contarnos la vida des de los ojos de una niña de seis años. Y los aplausos, tanto en el texto como en la imagen, van por aquí.

Separación, divorcio, custodia, luchas legales y discusiones a gritos, con portazos incluidos, siempre se dan en la habitación de al lado. Quedan lejos del objeto de estudio: Maisie y su mirada. Y cuando se trata de divorcios y custodias, es de manual, lo más importante es ver a la criatura. Leerla y comprenderla. Escucharla y contemplarla. El film coloca al espectador donde deberían estar los padres. Nos da su mirada.

Los recursos son varios y en su mayoría con acierto. Con escenas cortas, donde la niña ejerce de testigo mudo, se va construyendo el perfil de los personajes que la rodean. Sin voz en off, con la altura de cámara bien medida, y con el permiso de algún plano subjetivo, los realizadores nos trasladan a la mirada infantil de Maisie, interpretada de forma convincente por Onata Aprile, mientras nos cuentan una historia sin grandes escenas pero con pequeños instantes brillantes de fábula 2.0.

Hasta aquí los aplausos y las conquistas del film.

Pero hay que añadir una reflexión prudente al conjunto. Una lectura ya más sosegada del resultado final nos invita a una última reflexión en torno al proyecto fílmico entero. Seamos sinceros. El problema del film es esa forma de cinismo que envuelve este tipo de productos con intenciones pedagógicas. Es decir, que su función principal, la de dar conciencia de responsabilidad a padres poco atentos, ya nos la han dado un sinfín de otros títulos, y al final, lo que resta, el gran hallazgo de Maisie, es poco más que situar la cámara a un metro del suelo. Leyendo una sinopsis cualquiera del film americano uno ya puede formarse una opinión de la película sin necesidad de verla. El cinismo está en dar por importantes problemáticas un tanto superficiales. Seamos honestos, los problemas de una niña de clase alta no son demasiado graves. Tener dos habitaciones gigantes para dormir eso no es un problema, que no sean puntuales a la hora de recogerte en el colegio, tampoco es un drama de tal proporción como para invertir y dedicarle una producción fílmica a tu caso. Sin intención de frivolizar con el dolor ajeno, es preciso señalar esta condición banal de las producciones que llegan en formato pequeño e inocente.
Rodolfo Lasparri
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