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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · Fea
Voto de Rodolfo Lasparri:
9
Ciencia ficción. Romance. Drama En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Her nos habla del Otro. De la Otra. De él o de ella. Al gusto. Quien haya sido niño o adolescente, enamorado de alguien, sin conocer al otro le va a dar un 9 o un 10. Sin pestañear. Quien no haya gozado de un amor platónico (ése que se da sólo en las Ideas) va a tratar la película des de un análisis calculado, frio y sensato, añadiendo un “hipster” por aquí, una “generación vimeo” por allá o un “estamos ante una mordaz crítica de la peligrosa alienación del hombre con la tecnología” para darle cuerpo a su afilado puñal. Oye, y van a acertar. Pero lo que la serie Black Mirror trata con indiscutible seriedad o el gusto por los filtros Nashville, Sierra, Valencia, Rise o Amaro, que le pone a la cámara, quedan, a mi entender, en segundo lugar.

Jonze da donde muchos quieren y no pueden. El Sistema Operativo le sirve para demostrar su tesis: Sentimos mediante la ficción. Sabiendo que ET es un muñeco, lloramos. Y aquí nos encontramos los amantes de las ideas, paseando por playas llenas de gente, riéndonos imaginando cómo seria tener un ano en la axila. Proyectados. Nada que Gasset no nos indicase ya, “el hombre como animal fantástico”, de creador de fábulas y todo eso. La profesión de Theodore, escritor de cartas de amor ajenas, es un ejemplo claro. Él mismo funciona como generador de fantasías y constructor de emociones. Jonze construye un personaje a medida para el despegue y la incertidumbre. Él cree.

Sobra decir lo brillante que está Phoenix en este gigantesco monólogo de más de dos horas. Porque al fin y al cabo, la Johansson solo pone la voz a un reflejo de él mismo. Por suerte o por desgracia, como amenaza o como regalo, la máquina aprende rápido.

Lanzo una última pregunta para ir a dormir calentitos de dudas:
¿No es Dios la madre de todas las ficciones? En caso negativo, ¿Dios es amor?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rodolfo Lasparri
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