Haz click aquí para copiar la URL
Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · Fea
Voto de Rodolfo Lasparri:
3
Ciencia ficción. Acción. Aventuras Año 2024. Cuando el joven Thomas despierta, se encuentra en un ascensor y no recuerda quién es. De pronto, el ascensor se detiene, las puertas se abren y una multitud de chicos lo recibe. Ha llegado al Claro, un lugar rodeado de altísimos muros con dos portones que todas las mañanas se abren y dan paso a un inmenso laberinto. De noche, las puertas se cierran y por el laberinto circulan unas aterradoras criaturas llamadas laceradores. ... [+]
9 de septiembre de 2014
14 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la primera parte de la exitosa trilogía literaria escrita por James Dashner. Dirigida por Wes Ball, quién debutó como diseñador de efectos especiales para HBO y que se estrena hoy como director con esta producción destinada a un público principalmente juvenil. Amante de sagas, acné maquillado y chicos guapos.

El guión está excesivamente centrado en los juegos dialécticos de la narrativa del enigma. No sólo calcan la estética, sino que usan las mismas artimañas narrativas que usaba J.J.Abrams en su mítico Perdidos. Aquello que podría darse solo al principio a modo de introducción y gancho, al final nos persigue en casi toda la película. Me explico. El texto está trufado de expresiones al estilo: “¡No, no vayas!”, “Nadie ha regresado nunca de allí”, “Nadie sabe lo que hay”, “Él fue el primero que blablablá”, “Eres la última que blablablá”, “Nunca nos dijeron que blablablá”, “Si haces eso será lo peor de lo peor” y un largo etc. de dos horas. Herramientas narrativas que funcionan muy bien para generar misterio y profundizar en las relaciones entre ellos con pluma melodramática.

Imagino que este debate se daba en la sala de guión. “¿Les damos texto o les damos caña?” y ya que James Dashner, el escritor de la novela consta como co-guionista, ganó el texto. Así pues, de nuevo tenemos a un grupo de figuras de videojuego, que poco o nada nos interesa su existencia, y que se las pasan discutiendo tres cuartas partes del film. Y por lo que sabemos de los videojuegos, lo emocionante es superar pantallas. Subir niveles. Llegar al final. Vamos, correr. Y aquí Thomas no corre mucho. Lo emocionante es como Thomas se relaciona con los demás y va descubriendo su pasado. El laberinto, al final, queda como atrezo lejano. Eso si, un atrezo glorioso.

El diseño de efectos especiales va a cargo del mismo director Wes Ball, experto reconocido, que juega aquí con sus mejores cartas. Y el resultado es fascinante. La construcción del laberinto es majestuosa. Sin duda, el mejor personaje de la serie son esas callejuelas de hormigón vestidas de moho. Las gigantes paredes decoradas con kilométricas enredaderas se mueven al son de graves atmósferas y consiguen impactar lo suficiente como para tener ganas de perderse en el laberinto. Pero luego aparece el melodrama y quien quiere correr es el espectador adulto. Correr con un único objetivo: alejarse de la sala y colocarse lejos, muy lejos, de ese laberinto emocional adolescente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rodolfo Lasparri
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow