Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Pinguirina:
6
Terror. Fantástico El Hombre Lobo y Drácula llegan al laboratorio del Dr. Edelman para pedirle una cura que los libere de sus instintos asesinos. Pero mientras el Hombre Lobo es sincero, Drácula unicamente está planeando acercarse a la encantadora enfermera del doctor, a quien quiere seducir para que se convierta en una de sus siniestras novias. El monstruo de Frankenstein y una joven jorobada completan el plantel de criaturas terroríficas. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los años 30 fueron, objetivamente, los años dorados de la Universal pero ello no significó que durante los 40 no siguieron dando guerra. Precisamente fue durante esa década en la que popularizaron una nueva fórmula, la del cóctel de monstruos. El cóctel de monstruos no es más que la reunión de algunos de los monstruos clásicos de la Universal en la misma película. La primera película de estas características fue Frankenstein y El Hombre Lobo (1943) a la que siguieron La Zíngara y los Monstruos (1944) y la que hoy nos ocupa: La Mansión de Drácula (1945).

Esta película es un claro ejemplo de que ya, en aquellos años, intentaban explotar económicante las fórmulas exitosas sin plantearse si el modelo seguía dando de sí o no. En mi opinión este tipo de películas eran totalmente prescindibles pero, por pura nostalgia, de vez en cuando apetece verlas.

Dentro de lo poco que aporta el género, la película tiene alguna cosilla interesante. Por ejemplo, la evolución del Dr. Edelmann, quien, cuando acaba convirtiéndose en una especie de Dr. Jekyll/Mr. Hyde, nos ofrece un mad doctor de lo más interesante. También es un auténtico acierto Lon Chaney Jr. como Lawrence Talbot, siendo su conversión en hombre-lobo uno de los momentos más destacables del film. De todos modos, si me tengo que quedar con un pasaje, me decantaría por la escena de los aldeanos sedientos de venganza y provistos de antorchas, todo un clásico en estas películas.

En el lado contrario está John Carradine, que no emociona nada como Drácula, o Poni Adams, cuyo personaje de la jorobada Nina acaba pareciendo cómico. La presencia de la criatura de Frankenstein es prácticamente testimonial para sumar monstruos al reparto y es una pena tener entre el reparto al gran Lionel Atwill y que aparezca tan sólo en un par de escenas.

En conjunto, es una película bastante floja cuya pretensión parece ser más la auto-parodia que producir terror entre los espectadores. No aporta nada, es más de lo mismo y ni siquiera los monstruos que aparecen en ella son memorables. Ideal para nostálgicos del género.
Pinguirina
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow