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España España · Barcelona
Voto de Gilbert:
9
Drama La Última Orden se inspira en una historia supuestamente real, que se atribuye a Ernst Lubitsch. Su protagonista es un aristócrata zarista arruinado que, tras la Revolución Soviética, acaba recalando en Hollywood, donde trabaja como extra en una película que narra los convulsos días de la Revolución de 1917, y en la que encarna a un personaje cuya vida es idéntica a la suya. Esta extraña e insólita situación hace que afloren a su ... [+]
14 de octubre de 2009
44 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película se fraguó por una leyenda urbana. Cuentan que un día en un rodaje de Lubitsch se presentó como extra nada menos que un antiguo general del ejercito zarista. Y sobre esta anécdota está montada, y muy bien narrada, este estupendo film.

Muchos se quedarán con la camaleónica interpretación de Emil Jannings, casi a la altura de "El último" y que le valió el primer Oscar otorgado por la academia a un actor. O con una magnética Evelyn Brent en un personaje que deja huella. O con los inicios nada cómicos de un joven William Powell. Pero no hay que perder detalle del juego de espejos que maneja Josef von Stenberg. En plena época dorada de Hollywood utiliza una buena historia de la Revolución Rusa para ponerla en paralelo con las crueldades del Imperio del cine.

Es curioso observar como en el cine mudo ya estaba todo inventado. Aunque sea inconscientemente, de esta maravillosa película podemos encontrar ciertas reminiscencias en "El crepúsculo de los dioses" de Billy Wilder, en "Doctor Zhivago" de David Lean, y en "Deseo, peligro" de Ang Lee.

La cinta sobre todo habla de los caprichos del destino. Precisamente sobre eso mismo y hablando de Jannings, es también curioso el paralelismo de este actor suizo y sus papeles en "El último" y esta película. Estaba considerado el mejor actor del mundo, pero el sonoro le hizo volver a Alemania porque hablaba un inglés muy malo. Coqueteó con el nazismo, aunque dicen que sólo para poder actuar en lo que sea. Cuando entraron los aliados se le sometió al programa de desnazificación y no le dejaron hacer nunca más lo único que le importaba: actuar.

La última orden: ¡Veanla!
Gilbert
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