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7
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Drama
Año 30 de nuestra era. En la provincia romana de Judea, un misterioso carpintero llamado Jesús de Nazareth comienza a anunciar la llegada del "reino de Dios" y se rodea de un grupo de humildes pescadores: los Apóstoles. Durante siglos, el pueblo judío había esperado la llegada del Mesías - personaje providencial que liberaría su sagrada patria e instauraría un nuevo orden basado en la justicia-. Las enseñanzas de Jesús atraen a una gran ... [+]
5 de febrero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mel Gibson lleva las riendas de esta particular versión del relato más famoso de todos los tiempos; quizás el film que más expectación y ampollas han levantado de su filmografía y que le consiguió un grandísimo número de detractores.
La polémica. La polémica alimenta los intereses propagandísticos de una película incluso más que cualquier promoción que se le pudiera hacer, hace más por la cinta que todos los anuncios y campañas publicitarias posibles. Aquello de ‘Que hablen mal de mí, pero que hablen’ no puede ser más cierto; ‘La pasión de Cristo’ sufrió esta losa incluso antes de llegar a los cines. Vilipendiada por los rancios y casposos sectores de siempre, esos que solo despiertan del letargo intelectual para abanderar la hipocresía, y tildada de anti-semita y morbosa entre otras lindezas. La realidad es que el ser humano por naturaleza es morboso y ante tanto revuelo acudió en masa al cine –recaudó más de 340 millones sólo en USA-, no creo que al bueno de Gibson le importara tanta publicidad negativa.
Debo reconocer que nunca claudiqué con la religión cristiana, o más bien con su representante actual, la iglesia. Un constante predicar sin el ejemplo. Un bonito mensaje en manos equivocadas. Por lo tanto, y como es natural, me ceñiré a analizar la película en su lenguaje puramente cinematográfico, sin pretender sentar cátedra sobre temas que trascienden mi existencia ni mojarme más de lo que ya lo he hecho.
Mel Gibson me gusta más como director que como actor. Sabe lo que quiere y tiene decisión para llevarlo a cabo, si tuviera que destacar su virtud principal es la valentía. Hay que tener arrojos para, en una historia tan manida ya como la de Jesús de Nazaret, querer aportar tu propia visión y que, además, resulte ser personal y diferenciada de la del resto. Estamos, pues, ante un claro ejemplo de que en el cine lo importante no es qué se cuenta sino cómo se cuenta. Mel Gibson llevaba años con este proyecto en mente y con una obsesión: mostrar con todo lujo de detalles los momentos previos a la muerte de Jesús. Así asistimos al agónico proceso moral y, sobretodo, físico por el que pasa el protagonista desde la conocida como “Oración en el huerto” hasta la propia crucifixión.
La gente siempre recuerda la resurrección de Cristo pero antes de eso hubo traiciones, torturas, abusos e injusticias y no hay que pasarlos por alto. No podemos solo recordar e indagar en lo optimista y desechar la otra realidad, por mucho que sea desagradable. Una vez más, aquí aparece la curiosa naturaleza del ser humano que obvia lo que no puede soportar; no hay bien sin mal, no hay vida sin muerte, no hay alegrías sin penas, no hay justicia sin injusticias. La existencia, la vida, es una dualidad y hay que aceptar y normalizar ambas caras de la moneda. Al director no le basta con contártelo, quiere que lo sientas, su visión personal es introducirte en la auténtica pasión de Cristo. Y cuando hablamos de “pasión” no nos referimos a su significado actual, más relacionado con amoríos, sino al padecimiento y sufrimiento en su más alto nivel. Las escenas hiperrealistas te angustian y agobian, pero acaba logrando que lo mismo que al principio te estremece al finalizar no lo haga. Es decir, hace de la violencia una rutina (justo lo que era en la época). El único fallo que le veo al asunto es que llega a saturar, llega el momento en que no te dice nada y eso sí lo considero un error. Por lo demás, me encanta tantísima explicitud, aunque entiendo que es algo que depende del grado de sensibilidad del espectador.
Es una película cargada de simbolismos, como no podía ser de otra manera, desde la paloma hasta la serpiente. Llama especialmente la atención esa personificación del pecado y del mal que está presente constantemente. Ese ser andrógeno con apariencia de mujer y voz masculina que, como si fuera un espectador más, vislumbra todo lo que ocurre desde un segundo plano. Relamiéndose por lo que ve, es un mal augurio constante y disfruta perturbando a Jesús. Una vez más esa dualidad, donde está el bien, está el mal.
Mel Gibson tira de recursos a la hora de dirigir. Para adentrarnos en acontecimientos pasados en la vida de Jesús utiliza breves flashbacks que nos trasladan a esos momentos, aunque quizás alguno rompe el ritmo de la película. Hace uso del slow motion para enfatizar el impacto visual y emocional. Proliferan los primeros planos, muy efectivos a la hora de lograr transmitir y empatizar; a resaltar esas visiones subjetivas de Jesús delirando por el dolor y desvaneciéndose con la muchedumbre alrededor. El trabajo de dirección, en definitiva, me parece encomiable; hay mucho cine dentro de esta infravalorada película. Hay que destacar la excelente ambientación y diseños de producción, realmente te transporta a aquella época, contribuye a esto que utilicen los idiomas que usaban por aquel entonces: el latín y el arameo. Muy valiente, una vez más, el director en este sentido.
Sigue en "Spoiler" sin desvelar nada.
La polémica. La polémica alimenta los intereses propagandísticos de una película incluso más que cualquier promoción que se le pudiera hacer, hace más por la cinta que todos los anuncios y campañas publicitarias posibles. Aquello de ‘Que hablen mal de mí, pero que hablen’ no puede ser más cierto; ‘La pasión de Cristo’ sufrió esta losa incluso antes de llegar a los cines. Vilipendiada por los rancios y casposos sectores de siempre, esos que solo despiertan del letargo intelectual para abanderar la hipocresía, y tildada de anti-semita y morbosa entre otras lindezas. La realidad es que el ser humano por naturaleza es morboso y ante tanto revuelo acudió en masa al cine –recaudó más de 340 millones sólo en USA-, no creo que al bueno de Gibson le importara tanta publicidad negativa.
Debo reconocer que nunca claudiqué con la religión cristiana, o más bien con su representante actual, la iglesia. Un constante predicar sin el ejemplo. Un bonito mensaje en manos equivocadas. Por lo tanto, y como es natural, me ceñiré a analizar la película en su lenguaje puramente cinematográfico, sin pretender sentar cátedra sobre temas que trascienden mi existencia ni mojarme más de lo que ya lo he hecho.
Mel Gibson me gusta más como director que como actor. Sabe lo que quiere y tiene decisión para llevarlo a cabo, si tuviera que destacar su virtud principal es la valentía. Hay que tener arrojos para, en una historia tan manida ya como la de Jesús de Nazaret, querer aportar tu propia visión y que, además, resulte ser personal y diferenciada de la del resto. Estamos, pues, ante un claro ejemplo de que en el cine lo importante no es qué se cuenta sino cómo se cuenta. Mel Gibson llevaba años con este proyecto en mente y con una obsesión: mostrar con todo lujo de detalles los momentos previos a la muerte de Jesús. Así asistimos al agónico proceso moral y, sobretodo, físico por el que pasa el protagonista desde la conocida como “Oración en el huerto” hasta la propia crucifixión.
La gente siempre recuerda la resurrección de Cristo pero antes de eso hubo traiciones, torturas, abusos e injusticias y no hay que pasarlos por alto. No podemos solo recordar e indagar en lo optimista y desechar la otra realidad, por mucho que sea desagradable. Una vez más, aquí aparece la curiosa naturaleza del ser humano que obvia lo que no puede soportar; no hay bien sin mal, no hay vida sin muerte, no hay alegrías sin penas, no hay justicia sin injusticias. La existencia, la vida, es una dualidad y hay que aceptar y normalizar ambas caras de la moneda. Al director no le basta con contártelo, quiere que lo sientas, su visión personal es introducirte en la auténtica pasión de Cristo. Y cuando hablamos de “pasión” no nos referimos a su significado actual, más relacionado con amoríos, sino al padecimiento y sufrimiento en su más alto nivel. Las escenas hiperrealistas te angustian y agobian, pero acaba logrando que lo mismo que al principio te estremece al finalizar no lo haga. Es decir, hace de la violencia una rutina (justo lo que era en la época). El único fallo que le veo al asunto es que llega a saturar, llega el momento en que no te dice nada y eso sí lo considero un error. Por lo demás, me encanta tantísima explicitud, aunque entiendo que es algo que depende del grado de sensibilidad del espectador.
Es una película cargada de simbolismos, como no podía ser de otra manera, desde la paloma hasta la serpiente. Llama especialmente la atención esa personificación del pecado y del mal que está presente constantemente. Ese ser andrógeno con apariencia de mujer y voz masculina que, como si fuera un espectador más, vislumbra todo lo que ocurre desde un segundo plano. Relamiéndose por lo que ve, es un mal augurio constante y disfruta perturbando a Jesús. Una vez más esa dualidad, donde está el bien, está el mal.
Mel Gibson tira de recursos a la hora de dirigir. Para adentrarnos en acontecimientos pasados en la vida de Jesús utiliza breves flashbacks que nos trasladan a esos momentos, aunque quizás alguno rompe el ritmo de la película. Hace uso del slow motion para enfatizar el impacto visual y emocional. Proliferan los primeros planos, muy efectivos a la hora de lograr transmitir y empatizar; a resaltar esas visiones subjetivas de Jesús delirando por el dolor y desvaneciéndose con la muchedumbre alrededor. El trabajo de dirección, en definitiva, me parece encomiable; hay mucho cine dentro de esta infravalorada película. Hay que destacar la excelente ambientación y diseños de producción, realmente te transporta a aquella época, contribuye a esto que utilicen los idiomas que usaban por aquel entonces: el latín y el arameo. Muy valiente, una vez más, el director en este sentido.
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spoiler:
El trabajo actoral es fantástico en general, el dueño de la función es un Jim Caviezel rendido a la causa por completo. Se entrega a su papel literalmente en cuerpo (sufrió una luxación en el hombro, accidentes en la escena de la flagelación, enfermó con una pulmonía,…) y alma. Imagino que no debe ser fácil para un actor encarnar a semejante personaje y Jim Caviezel lo clava (chistaco). Logra transmitir ese aire de divinidad con sus cambios de registro y una mirada que lo dice todo, refleja perfectamente la misericordia y resignación que nace del dolor. Ya no solo por sus capacidades, físicamente también fue un acierto la elección de este actor. Monica Bellucci y Maïa Morgenstern interpretan a María Magdalena y la Virgen María, respectivamente, aunque el guión no es precisamente generoso con estos personajes y se dedican a acompañar a Jesús con cara de circunstancias. Muy bien expresada, dicho sea de paso, en el caso de Maïa Morgenstern.
Como podéis intuir me ha gustado la visión de Gibson. Donde otros abogan por el nihilismo y la reflexión espiritual, él opta por la crudeza y el realismo físico dejando la lírica a un lado. La historia como ficción me parece muy interesante, aunque utópica, la bondad de un hombre que se sacrifica por el pecado del mundo en pos de la salvación humana. En palabras del propio Gibson “Es la historia de amor más grande jamás contada” y visto así, tiene razón. Merece ser vista porque no deja indiferente, ya es más de lo que muchísimas películas pueden llegar a decir. Una historia de injusticias, amor y perdón.
Twitter: @Zarcojl
www.cinefagosmuertos.com
Como podéis intuir me ha gustado la visión de Gibson. Donde otros abogan por el nihilismo y la reflexión espiritual, él opta por la crudeza y el realismo físico dejando la lírica a un lado. La historia como ficción me parece muy interesante, aunque utópica, la bondad de un hombre que se sacrifica por el pecado del mundo en pos de la salvación humana. En palabras del propio Gibson “Es la historia de amor más grande jamás contada” y visto así, tiene razón. Merece ser vista porque no deja indiferente, ya es más de lo que muchísimas películas pueden llegar a decir. Una historia de injusticias, amor y perdón.
Twitter: @Zarcojl
www.cinefagosmuertos.com