Se trata de una de esas películas muy personales, de autor y susceptibles de provocar las más encendidas críticas, tanto en el tono positivo como en el negativo: aquí depende mucho de la experiencia vital e intelectual del espectador. Particularmente, a mí me ha encantado porque durante buena parte de la hora y tres cuartos que dura, me ha devuelto a momentos de mi propia adolescencia, de lo que sentía y de lo que viví con mis amigos y mi particular manera de descubrir ciertos aspectos de la vida adulta en los inicios, como puede ser el sexo, del papel destacado de la religión; y puede que mucha gente, especialmente varones, disfrute con ella igual que yo, por esta misma razón.

Quizás su parte moralizante y didáctica, presentadora de lecciones tan obvias y manidas como podría ser que quien ama el peligro perece en él, sea lo que desluce un tanto el conjunto artístico. Puede interpretarse, sin embargo, como un "canto a la amistad y al amor a pesar de todo". Lo cierto es que, quien guste de extraer moralejas de las historias, también hallará campo para hacerlo de ésta.

No me parece cierto que la narración resulte aburrida. El estudio psicológico de los personajes en relación con su conducta es acertado. También tiene muy buenos detalles sorprendentes, extraídos acá del cine fantástico o allá de la narración realista. En este sentido, es una buena idea la de mezclar animación con imagen real en narraciones paralelas, pues la realista imagen real tiene en alguna ocasión ligeros detalles fantásticos, en el mismo grado que tiene detalles realistas la irreal narración animada.

El humor tampoco se encuentra ausente, lo que da valor al total. Por cierto, el famoso poema dedicado al tigre "Tiger, Tiger, Burning Bright", aunque de William Blake, no pertenece a su libro de poemas "Matrimonio entre el Cielo y el Infierno", sino al titulado "Canciones de Inocencia y Experiencia", y tiene en el mismo su poema opuesto: el del Cordero.