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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
8
Ciencia ficción. Intriga. Drama El banquero, Arthur Hamilton (John Randolph), está viviendo días grises al lado de su familia cuando comienza a ser incitado por un amigo al que creía muerto, para que visite a La Compañía, donde le propondrán un cambio total de aspecto físico con el que podrá rehacer su vida dejando atrás todo su pasado. Hamilton accede a la compleja cirugía estética, pero ¿le asegurará este cambio un futuro feliz?
28 de junio de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia que aúna dos de los temas estandartes de la filmografía de su director por esos años, por un lado las conspiraciones o paranoias colectivas, y por otro, el desencanto del hombre maduro que asume con resignación el desvanecimiento de sus sueños de juventud.

Si en “I walk the line” el sheriff lacónico y meditabundo encontraba la redención en los brazos de una joven despreocupada, en “Seconds” el banquero atrapado en un trabajo monótono y un matrimonio sin pasión llega aún más lejos, la ruptura total con su vida actual: nuevo rostro, nueva voz, nueva identidad, otro lugar donde vivir y hasta nuevo trabajo que se adapte más a sus inquietudes.

El estilo de Frankenheimer se adapta excelentemente al discurrir del argumento, todo lo relacionado con esa extraña y secreta organización que planifica y ejecuta las nuevas identidades está salpicada por esos planos tan personales y peculiares que albergan conversaciones donde lo que se dice es tan importante como la reacción que causa en el que escucha, rostros normalmente enclaustrados en un primer plano que escudriña cualquier mínimo gesto, acompañado de posiciones de cámaras y ángulos agobiantes e irreales que realzan la sensación de desconcierto, de estar inmersos en un mal sueño. En cambio, las escenas íntimas están descritas con el mismo detallismo pero carente de efectismo, los silencios son devastadores y los planos fijos describen sentimientos reprimidos que dejan a uno sin respiración. Magistral resulta la escena inicial en el dormitorio del banquero con su esposa, en la que no pasan desapercibidas las camas separadas, o la crucial escena de la vuelta a la que fue su antigua casa para escuchar de su esposa que “Arthur llevaba muerto ya mucho tiempo antes de que lo encontraran en aquella habitación de hotel”, o “por lo que más lo recuerdo es por sus silencios…”. Una escena con diálogos frases rotundas y planos demoledores.

En ese punto ya tenemos claro cuál es el tema principal de esta historia camuflada de intriga psicológica: el significado de nuestra identidad. ¿Si cambiamos de aspecto, de casa, de trabajo, nos convertimos en otra persona o realmente nuestra identidad está tan arraigada en nuestro interior, nuestra mente y nuestros sentimientos, que nos acompaña allá a donde vayamos independientemente de los otros aspecto físicos?

Bastante mal recibida en su día por la crítica, ha llegado a nuestros días como una película de culto, afortunadamente reivindicada y revalorada, gracias a los muchos aciertos que contiene, desde la “paranoica” dirección de Frankenheimer a la atmosférica música de Jerry Goldsmith o la soberbia fotografía en blanco y negro de James Wong Howe. El argumento mantiene la tensión en todo momento, sirviéndose de varios giros y un final impactante. Gran trabajo de Rock Hudson, al que imagino que vio en su personaje del Sr. Wilson muchas similitudes con su doble vida, la del galán que triunfaba en el mundo del cine y alcanzaba la fama, pero ocultando su homosexualidad para no ver perjudicada su carrera y su imagen.

Peliculón, otro más, de John Frankenheimer.
Orson_
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