Haz click aquí para copiar la URL
Voto de ashartos:
5
Drama En julio de 1967, graves disturbios raciales sacudieron la ciudad de Detroit, en el estado de Michigan. Todo comenzó con una redada de la policía en un bar nocturno sin licencia, que acabó convirtiéndose en una de las revueltas civiles más violentas de los Estados Unidos. Los incidentes más graves ocurrieron en el motel Algiers, cuando miembros de la policía y la Guardia Nacional acudieron ante unos disparos de un arma de fogueo. (FILMAFFINITY) [+]
29 de noviembre de 2017
8 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es una herramienta muy importante, que tiene muchísimo poder en el imaginario colectivo, a muchos niveles.
En torno a este gran arte, se crean imperios financieros, se exponen injusticias, nos reímos, lloramos, nos emocionamos y nos indignamos. Nacen personajes, héroes y heroínas atemporales, historias magníficas y géneros únicos. No hay que menospreciar su poder.
Porque también sirve para remover la mierda del pasado, en nuestro propio interés. Sobre todo su nos ayuda a recoger unos cuantos Oscars por el camino.
Así, Bigelow nos cuenta, a su peculiar manera (precisa, técnicamente brillante, vibrante, manipuladora y maniquea) ciertos "hechos" sucedidos en un hotel de Detroit durante los famosos disturbios raciales del 67. El contexto en el film está conformado por un par de brochazos convenientes y sesgados, muy gruesos e imprecisos, y enseguida nos mete en materia: unos personajes caricaturescos en exceso, unos policías que básicamente son el demonio con placa y pistola (gran Will Poulter, qué cara de hijo de puta tiene, que era de lo que se trataba ¿eh Kathryn?) y unos pobres negros perfectos, todo amor y paz, víctimas de estos sádicos Agentes del Orden malignos, policías que parecen más bien sacados de un Slasher de terror que de unos hechos "supuestamente" reales. Y no, es todo tan desmesuradamente exagerado, la violencia tan gratuita y condicionada hacia lo que le interesa a la directora, las escenas tan sutilmente dirigidas para que odiemos sin concesiones al hombre blanco y lo maligno que es, los negros son tan dulces y buenos, tan cool y graciosos, que no me lo trago. Es una película, recordemos eso siempre, y Bigelow ha ido a lo fácil, a lo que más le convenía para volver a optar a las ansiadas estatuillas: asustemos a la gente, seamos lo más brutos y parciales posible. Total...¿quién sabe realmente lo que pasó entre esas cuatro paredes? Me monto mi historia, que el film es mío. Y te enseña lo que quiere, es su juguete manipulador, su historia inventada al 90% (metes un par de fotos reales en el montaje, y ya haces pensar a la gente que todo sucedió como cuentas, es el truco más viejo del mundo). Todos, absolutamente todos los blancos de la película son malos o rematadamente permisivos con la Maldad Blanca: los policías, la guardia nacional, la policía de otros Estados, los jurados, los jueces, etc....Así, es imposible tomarse en serio el film. Es absurdo, ridículo. Los negros, por su parte, son enrollados, nunca se meten en líos, ligones, amables, buenos cantantes, obedientes, víctimas, dóciles....La directora no está hablándonos de personas ni colectivos reales: nos da una "realidad" de mundo de piruleta que ríete de los cómics. Si no, sus escenas no podrían funcionar. El maniqueísmo no podría existir.
Ocurre algo muy curioso: no paré de sentirme emocionalmente manipulado durante toda la película. En cada escena. Sí, lo sé. En estos tiempos que corren, la moda es ser políticamente correcto, pero lo siento. Nunca he sido políticamente correcto, y no voy a empezar a engañarme a mí mismo a estas alturas. Aquí no hay tonos grises, todo es blanco o negro. Todos los blancos son unos hijos de puta que, o matan sin piedad, o se lavan las manos y miran hacia otro lado, y los negros son hermanitas de la caridad que lloran, sufren, obedecen y jamás han roto un plato en su vida. Como un capítulo de Cuentos Asombrosos, queda bien. En la vida real, las cosas no funcionan así. No hay nunca "malos y buenos" tan asombrosamente (¿para bien, para mal?) caracterizados como en este film. Hay personas que viven sus vidas y están rodeadas por circunstancias que no controlan y que los condicionan en todo, hay mil millones de grises en la vida real. Esto es, si quitas toda la paja demagógica de alrededor, un cuento de caperucita y el lobo, pero cambiando los colores de la piel y escudándose en contextos más vagos que el hilo dental que usas por las mañanas. Y es peligroso jugar así con los espectadores y las conciencias, remover así la mierda de hace 50 años sin un motivo concreto (porque no lo hay, más allá de mostrar sangre, la historia no se sostiene por ningún lado, son unas cuantas secuencias seguidas de un corto juicio chapucero y mal montado, sumamente manipulador a su vez, obviando el resultado del mismo en aras de que no fastidie la "historia" de la película), cuando hemos avanzado tanto (sí, amigos de los P.C, hemos avanzado muchísimo en muy poco tiempo) para....simplemente para optar a los premios abogando por algo tan básico y pernicioso como el eterno victimismo de una comunidad entera.
Así no Bigelow, así no se hacen las cosas. Hay que ser objetivos al hacer determinadas películas, y no sesgar, demonizar y moldear una historia como más nos convenga. Te has pasado mucho de frenada, y has derrapado llevándote contigo toda credibilidad que pueda tener la película.
Un dato: Aborrezco profundamente el racismo. Me parece un defecto del género humano que simboliza un paso atrás como especie, y al que poco a poco vamos superando. La segregación de clases debido al color de la piel es absolutamente absurdo desde su misma concepción, y es una vergüenza que se utilicen y manipulen hechos basados en el mismo, sesgando y engañando al público, ya sean en forma de película, libro o cualquier manifestación artística o cultural.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ashartos
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow