Trace Adkins es un padre de familia que va en busca de su hija de 17 años que ha abandonado el hogar harta de penas y de su madre. Su padre le sigue, incansable, la pista, arrasando con todos los miserables con los que se cruza en su búsqueda. Se pasa bien.

Se disfruta la fotografía, la ambientación, el suspense, la violencia incluso, las logradas caracterizaciones de los malandrines... y más cosas. Adkins las pasa canutas, reparte golpes y tiros que, en justa correspondencia, recibe a su vez. Tiene la estructura de buen western, interesante, violento, de charla medida que no entretiene la acción y mantiene su buen ritmo. Bien contado, lo que nos ahorra tener que hacer concesiones para continuar interesados por la historia.

Moderno y bueno. Ideal para los amantes de los western en los que un hombre justo va repartiendo tortas y balas a los felones sin ley. A destacar la breve intervención de un envejecido Kristofferson.

Para interesar al que se atreva con ella: ¿hay final feliz?