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España España · Ciutadella
Voto de KillerCarrot:
10
Animación. Drama. Comedia Primer largometraje de Adam Elliot, ganador de un Oscar con el cortometraje "Harvey Krumpet". Narra la larga amistad por correspondencia entre un cuarentón judío y obeso de Nueva York, y una niña australiana de ocho años que vive en los suburbios de Melbourne. (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melbourne, Nueva York, cartas, chocolate, leche condensada, Noblets, jerez, «M».

Os presento a Adam Elliot (guionista, director y diseñador), el ganador del Oscar al mejor cortometraje de animación por “Harvie Krumpet” (2003). Con el Oscar bajo el brazo, Elliot tuvo la oportunidad de embarcarse en una travesía de cinco años para crear la mayor película de plastilina de la historia de Australia. Eso le permitió, con más presupuesto, enriquecer su estilo particular, pulir el tono, y abordar una historia más jugosa y ambiciosa.

Enmarcada en espectaculares escenarios de plastilina en blanco y negro en Nueva York y en blanco y marrón en Australia, “Mary and Max” narra una relación por correspondencia entre dos personajes que no consiguen comprender la vida por más que se esfuerzan: Mary Daisy Dinkle, una niña australiana de 8 años con una mancha de color caca en la frente, una madre alcohólica y cleptómana, y un padre apático que solo muestra interés por la taxidermia; y Max Jerry Horowitz, un norteamericano de 44 años obeso, con síndrome de Asperger y judío, pero ateo, que sigue llevando su kipá (el típico gorro judío) porque le mantiene el cerebro caliente.

Mary y Max son dos personas solitarias que toda la vida han buscado la amistad, pero el entorno en el que viven siempre les ha privado de ella y les ha hecho sentirse cada vez más extraños y más aislados. Hasta que fortuitamente encuentran en la otra punta del mundo al amigo que buscaban.

Desde el punto de vista tierno e inocente de las cartas que se envían los protagonistas, con el soporte de un narrador que les observa y describe desde una distancia prudencial, Elliot juega con una ironía despiadada. Sin tregua, te lleva de una bestialidad a otra, y raramente te deja pararte el tiempo suficiente para que te des cuenta de que quizá deberías dejar de sonreír y tendrías que empezar a tirarte de los pelos. Son tantas las frases lapidarias y detalles visuales, que es imposible digerirlos todos en un solo visionado.

En los diseños de los personajes (ya de por sí grotescos, “feos”), Elliot incorpora sus temblores congénitos, con lo cual acentúa sus imperfecciones. Hay que decir que, además, todos tienen alguna tara, como todo el mundo, pero él no las esconde ni deja que sus personajes se avergüencen de ellas, sino que las convierte en rasgos para caracterizarlos y dotarlos de una entrañabilidad difícil de superar.

No se me ocurre nada que no merezca ser resaltado de esta producción, pero quiero hacer una mención especial a la música (entre melancólica y vitalista) y a la fotografía (inspirada en el estilo de Diane Arbus), que ligan a la perfección con la estética de la plastilina de Elliot. Y además aprenderéis cosas interesantes, como que las tortugas pueden respirar por su ano. No se le puede pedir nada más a una película.

Pese a ganar ex aequo con “Coraline” (Henry Selick, 2009) el premio a mejor película en el festival de cine de animación de Annecy, “Mary and Max” no tuvo distribución en España. No se le debía prever un buen futuro comercial, como ha pasado hasta con “El Apóstol” (Fernando Cortizo, 2012). Parece que si no eres una producción de Aardman (“Wallace y Gromit”, “Chicken Run”, “¡Piratas!”) o de Tim Burton (“Pesadilla antes de Navidad”, “La novia cadáver”, “Frankenweenie”) lo tienes difícil, aunque seas mejor.


La frase: «Desafortunadamente, en América los bebés no vienen de latas de cola. Se lo pregunté a mi madre cuando tenía cuatro años, y me dijo que venían de huevos que ponían los rabinos. Si no eres judío, los ponen monjas católicas. Si eres ateo, los ponen sucias prostitutas solitarias.»
El personaje: el amigo imaginario de Max, el señor Ravioli (con sus libros de autoayuda).
La escena para el recuerdo: «Qué será será…»

Más (en catalán) en www.cinequanon.cat
KillerCarrot
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