Cuando se estrenó “Ted” en los cines lo primero que se me pasó por la cabeza es que había surgido una nueva y bobalicona comedia, posiblemente algo hortera aunque cargada de entretenimiento, orientada más bien hacia un público infantil; pero, al ser consciente de quién era el responsable de llevar dicha producción a la gran pantalla, mis expectativas cambiaron por completo.

Solo alguien como Seth MacFarlane era capaz de dar vida a un personaje tan peculiar y con un lenguaje tan vulgar y despreocupado; una especie de “conciencia” juvenil y juerguista personificada en un entrañable osito de peluche. Un osito que, lejos de ser un símbolo infantil, destaca por tener y, sobre todo, expresar, esas ideas alocadas de un adolescente en plena “edad del pavo” y por emplear un lenguaje tirando a barriobajero y muchas veces ofensivo y mordaz en prácticamente todas sus intervenciones.

Que nadie se engañe pensando que el film es apto para niños solo porque en su carátula aparezca un osito de peluche parlanchín, ya que MacFarlane pretende precisamente lo contrario: utiliza un objeto tan preciado en la infancia de un niño como es un peluche para introducir en él toda la inmadurez posible (o toda la que consigue recordar de sus tiempos jóvenes) y transformar ese preciado icono juvenil en un personaje completamente desagradable para unos y tremendamente divertido para otros, en el que se podrá ver una pintoresca caricatura de lo que pueden llegar a ser la inmadurez y el desenfreno adolescentes.

En cuanto al resto del reparto, Mark Wahlberg da el pego lo suficiente y una preciosa Mila Kunis aporta un poco de madurez y sentido común a un largometraje lleno de personajes estrambóticos tales como una aprendiz de Belén Esteban o un padre algo psicótico con algún tipo de problema mental.

Destacar del film su continuo entretenimiento a través del sarcasmo y alguna que otra escena así como algunos comentarios del narrador considerablemente logrados que provocan la carcajada al instante (Giovanni Ribisi se merecía un Oscar al mejor actor secundario solo por ese baile que se marca delante del televisor, escena verdaderamente tronchante).

En definitiva, una película para ver entre amigos y analizarla desde un punto de vista satírico y caricaturesco, ya que es eso lo que pretende ser desde el primer instante y no una comedia infantil como pudiera esperarse en un principio. Una producción curiosa y diferente para el universo cinematográfico.