Emocionante caso de intriga máxima y permanente sospecha con profundas implicaciones personales y policiales que se entrecruzan con habilidad para formar una sólida urdimbre.
Al espectador se le proporcionan los detalles con cautela y R. Thorpe le invita a plantear conjeturas, a tomar partido y a aventurar conclusiones.
Ese es el mérito del versátil director que pasa por ser el norteamericano que más películas ha dirigido.
Las escenas están muy cuidadas, los diálogos se ajustan a su propósito de suspense, los indicios sugieren, las pistas desbrozan la maraña pero aportan nuevas interrogantes.
La notable capacidad de que hace gala C.R. Jones -guionista- consigue mantener el interés hasta el final.
El desenlace resulta algo decepcionante pero eso debe anotarse en el debe del relato -original del propio C.R. Jones- y no en el de la película.