Partiendo de una serie de libros bastante reguleros en mi opinión, muy al estilo Patricia Cornwell, el otrora magnífico Stephen Hopkins se saca de la manga al que podría convertirse en el detective de la década cinematográfica, un espléndido como siempre y cada vez más guapo Morrisey, cuyo apellido da nombre a la serie.
De momento, recién degustada Sleepyhead, no puedo hacer otra cosa que quitarme el sombrero-bombín, of course-y aplaudir el magnífico trabajo de adaptación, pleno de intriga, carisma y buen hacer. Los secundarios, espléndidos, si bien mi absoluta debilidad con Natascha McElhone me lleva a alabar su papel más que el del resto.
Bajos fondos londinenses, prostitutas llamadas Angel y mucho alcohol y café de máquina hacen el resto.
Lo mejor: David Morrisey, que nos hace darnos cuenta de que lo que tenemos no es lo mejor y pululan por ahí especímenes como él... A ver si me cruzo a alguno pronto...
Lo peor: Los constantes flashbacks a un caso anterior pueden despistar a los no lectores de Mark Billingham, pero en serio, no es necesario porque este es uno de esos raros casos en los que una adaptación supera con muchísimas creces al texto que adapta.