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España España · Barcelona
Voto de SCuenca:
8
Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo huele bien en American Hustle de principio a fin. Desde su gran reparto hasta la minuciosa elección de los temas que se escuchan o el magnífico vestuario capaz de hacer más que creíble (y a su vez caricaturizar) a unos personajes totalmente enfundados en su rol setentero. Quizás el chascarrillo que menos convence es el de encontrarnos, al igual que en El lobo de Wall Street (2013), ante unos personajes que se dedican a algo por igual: son estafadores. Pero ya está. Paren de contar, porque a partir de aquí, los caminos se desvían y el film de Scorsese nada tiene que ver con el protagonizado por Bale, Adams, Cooper, Lawrence y cía.

Cuenta la historia de Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador que junto a su socia/amante Sydney Prosser (Amy Adams) se verá obligado a trabajar para el agente del FBI Richie DiMaso, estando a las ordenes de éste, el cual utilizará a ambos para poder atrapar a diversos cargos políticos como Carmine Polito, y sacarle sus trapos sucios y así poder acceder a una red más extensa de criminales con el fin de encarcelar a los máximos posibles.

Otorgando su correcta dosificación a cada protagonista, American Hustle consigue que su reparto te acabe gustando porque cada personaje tiene algo que lo hace especial. Empezando por Christian Bale (El caballero oscuro, 2008), el cual logra impresionarme de tal modo que sus kilos de más pasan a ser secundarios para mí. La visión que se nos ofrece del personaje que interpreta (Irving), es la de un hombre que se ha hecho a sí mismo, que conoce sus negocios y que es muy prudente a la hora de hacer cada estafa. Su micro mundo de estafas a ciudadanos corrientes cambia de sopetón con la interferencia de DiMaso (Bradley Cooper) en escena, adentrándolos en unas situaciones provocadas por la propia ambición del agente del FBI, las cuales no hacen más que aumentar la probabilidad de poner aún más en peligro su vida al tener que estafar a gente de mayor nivel, algo que conlleva un riesgo mayor. Destacar que esto hace que al final acabemos simpatizando con Irving, con el que pese a no olvidarnos de que es un estafador, acaba siendo el que mejor corazón tiene.

Para hacerse una idea de cómo es el personaje que interpreta Cooper (Resacón 2, ¡Ahora en Tailandia!, 2011) creo que la palabra gualtrapa es la más idónea para definirlo, es decir, un tío mal vestido y con escasa picardía para hacer las cosas. La otra pieza angular es Sydney Prosser (Adams), la cual sabe jugar muy bien sus cartas, no dejando claras sus intenciones hasta el final. Es un personaje que me acabó sorprendiendo porque acaba demostrando que tiene más moralidad que Rosalyn (Lawrence). Por último, nos encontramos con el Alcalde Carmine Polito (Renner), un hombre de doble cara. Por un lado es el político ejemplar que siempre estará ahí apoyando al ciudadano mostrándose cercano, mientras que la otra cara nos muestra a un hombre que acepta dinero, siempre todo sea dicho, para un bien mayor para el ciudadano, lo cual no quita que tenga de igual modo las manos manchadas. No obstante, lo más complejo de este personaje es su innata inconsciencia de admitir que ha obrado mal.

Una minuciosa y acertada BSO setentera junto a alguna que otra escena de bailes (con algún que otro homenaje descarado a “Fiebre del sábado noche”), hacen que el film adquiere el toque definitivo y convierta en suyos algunos temas como “I Feel Love” de Donna Summer, “Live And Let Die” de Wings o la gran “Delilah” de Tom Jones. Como digo, los temas que se escuchan son muy significativos y representan una época que O’Rusell a sabido plasmar musicalmente.

La excentricidad inteligente de la gran mayoría de sus escenas, junto con su música y diálogos, convierten el film de David O’Rusell en una gran película en la que no falta de nada. Es más, consigue su propósito que es el de conseguir también “estafar” al propio espectador hasta el final, metiéndolo en ese bucle sin salida que parecen únicamente ver Irving y nosotros, como si compartiésemos esa agonía juntos, sabiendo tanto uno como otro que cuanto más se avance más difícil va a ser escapar. Y como digo, lo peor de todo es esa compenetración (espectador-personaje) de saberlo y no poder evitarlo.

American Hustle cumple notablemente al conseguir transportarnos a una época tan especial como son los años 70, en los que la música experimentó un auge espectacular (el director ha querido remarcarlo bien), una moda que también se instauró junto con un sistema podrido en el que se ven claramente remarcadas las deficiencias de un FBI falto de recursos en el que ha querido destacar que tanto en una esfera como en otra (la criminal), las ambiciones por ser “un alguien” son iguales. El sueño americano.
SCuenca
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