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España España · Barcelona
Voto de SCuenca:
8
Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
14 de diciembre de 2013
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruelmente realista. Así es como se reflejan los hechos en el tercer largo de Steve McQueen (Shame, 2011), el cual vuelve a ofrecer una obra magnífica, aunque creo que personalmente debería haberse codeado menos con la industria, ya que se nota que no nos encontramos ante una cinta 100% pura del director británico como en las anteriores. Simplemente hay que ver la aglutinación de rostros conocidos o la propia banda sonora compuesta por Hans Zimmer para darnos cuenta de ello. Pero no nos preocupemos, porque el propio McQueen se ha encargado de que esa esencia “indie” prevalezca aún, llevando a cabo y rabo una historia muy bien contada, con momentos dignos para la memoria y un sabor agridulce, de esos que le suelen gustar tanto a él como al espectador.

Año 1841, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor) es un negro libre que vive con su esposa e hijos en Nueva York, siendo un reputado músico violinista que toca para la alta sociedad. Todo va bien hasta que un par de hombres le ofrecen una suculenta oferta de trabajo en la que aparte de estar muy bien remunerada, deberá desplazarse a Washington. Allí es engañado, desplazado de un lugar a otro del país, pasando por varios dueños en una odisea de nada más y nada menos que de doce años.

Nos encontramos con una historia seccionada en varios capítulos si lo pensamos bien. El motivo por el cual yo lo percibo así es porque cada “capítulo” de la vida de Solomon que vamos viendo a medida que la cinta va transcurriendo, va topándose con una serie de personajes muy distintos pero que tienen su razón de ser en la historia. Véase por ejemplo el personaje de Benedict Cumberbatch (Star Trek: En la oscuridad, 2013), forzado por las circunstancias de su tiempo a aceptar las leyes esclavistas y la trata de esclavos en su plantación. Un buen hombre (a mi modo de ver) forzado por los tiempos en los que vive a hacer cosas que no desea. Quizás la palabra más adecuada es: un hombre con conciencia.

No obstante, esto es lo que menos abundaba, siendo como es evidente, algo normal y totalmente aceptado que uno con los esclavos podía hacer lo que le pareciera. Es aquí donde entran Paul Dano (Prisioneros, 2013) y Michael Fassbender (Prometheus, 2012). Hombres sin alma, sin una prospección de futuro. Demonios que pagan sus penas con los negros que adquieren y que para desahogarse de sus malas vidas torturan hasta la muerte sin compasión, sin remordimiento. Sin importarles. No hay conciencia. Y si la hay, son plenamente conscientes que ya es tarde para poder redimirse de todos los pecados cometidos.

No obstante a Steve McQueen le gusta que el espectador se quede con los pequeños detalles, aquellos que pese a ser pocos, son los que más calan en la retina. Escenas englobadas dentro de la normalidad de su trama que recalcan y ahondan en la herida de esa sociedad norteamericana dividida en tiempos en los que la esclavitud empezaba a no ser vista con buenos ojos, a ser cuestionada por los propios ciudadanos llevándolos al principio de un conflicto que perduraría durante el siguiente siglo.

Para hacernos una idea, 12 años de esclavitud puede ser perfectamente ese embrión en fase de gestación que acabaría eclosionando con las ya personalidades conocidas como son Martin Luther King o el propio Kennedy, hasta llegar al presidente Obama.

Pienso que ha sido una historia que hay que ver y entender en su contexto. Es un relato digno de ser visto y que el propio McQueen ha sabido contarnos de una forma impecable, sabiendo que su estilo es el de hacernos pensar, cuestionándonos a nosotros mismos. Lo ha conseguido de nuevo.
SCuenca
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