Como película se sigue bien, es de hecho un caso que le puede ocurrir a cualquiera; es decir, hoy estamos pletóricos y mañana de repente y por cualquier circunstancia caemos en el fracaso más obvio e insoportable. Entonces, cuando eso ocurre, hasta los que presumen de no creer en Dios, abajan sus cabezotas y se humillan, porque decir Dios es decir MISTERIO, TRASCENDENCIA, y el hundido o abandonado comprende en esa coyuntura de sufrimiento que no tiene a nadie más que al MISTERIO o TRASCENDENCIA donde apoyar su cabeza y su esperanza, de donde se le esfuma todo su orgullo antideista y su presunción de creerse él mismo un diocesillo contestatario y rebelde contra la Inmensidad de Dios.

En este sentido, se trata de una película estupenda, transmisora de los valores antropológicos-religiosos que le son propios al ser humano desde que se comporta como homo sapiens.

No es una película para los ególatras inflados de relativismo, que ven en la creencia en Dios una remora de la evolución humana. Es una película para gente que ya sabe lo que es pasar por una crisis existencial determinante, por una "noche oscura", por "un desierto espiritual o físico". Éstos sí la entenderán, se sentirán muy indentificados y comprensivos hacia lo que aquí ven y lo valorarán.

Fej Delvahe