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España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Intriga. Drama En 1972, dos jóvenes periodistas del diario The Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), comienzan a investigar lo que parece ser un simple allanamiento del cuartel general del Partido Demócrata en Washington. Sus descubrimientos desencadenan el llamado 'caso Watergate', que provocó la dimisión del presidente Richard Nixon. (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el escándalo Watergate estallase hoy, difícilmente podría hacerse una película como ésta. Lo digo porque “Todos los hombres del Presidente” fue hecha por una de las grandes productoras de Hollywood, con actores que eran verdaderas estrellas, sólo dos años después de la dimisión del Presidente de los EEUU, y, sin embargo, no hace cesiones al gran público. Alan J. Pakula se ciñe al punto de vista de los dos periodistas encargados del caso, y fija su mirada de manera casi exclusiva en su investigación. Apenas hay datos sobre sus vidas personales, y hasta se evitan gestos de amistad o complicidad entre ambos. La película va de una trama política, pero curiosamente la narración prescinde de los políticos, que introducidos como personajes habrían dado una dimensión totalmente diferente al film. La película va de periodistas, y nada más. Es más, la acción se sitúa en los meses iniciales del caso, y omite los capítulos posteriores más mediáticos, cuando el escándalo de corrupción empezó a salpicar a los políticos de más renombre, siempre de abajo a arriba. En definitiva, “Todos los hombres del Presidente” nos ofrece las bambalinas, o los laboratorios de la investigación periodística, sin más concesiones a la galería que los encuentros de Woodward (Redford) con “Garganta Profunda” en la penumbra de un aparcamiento recóndito, y que rememoran las películas de espías.

Muy bien los dos actores protagonistas, en su periplo de avances y tropiezos en la investigación. Bien los actores secundarios, aunque el Oscar a Jason Robards se me antoja excesivo. El guión es rocoso y contundente, una pura apisonadora. Muchos minutos del metraje consisten en llamadas de teléfono con interlocutores a los que nunca vemos. Con ello, la gran pega de la película es la dificultad de seguir el proceso de investigación, que siempre se basa en pesquisas sobre una maraña de nombres y apellidos de gente que nunca aparece en pantalla. Prácticamente imposible no perderse. Me quedo con las escenas en la redacción del periódico, sencillamente magníficas: movimientos de cámara mientras los periodistas deambulan entre las mesas; tomas con gran profundidad de campo en los que vemos personajes en primer plano y otros más alejados, varias mesas más allá; reuniones en despachos, sobre lo que se publicará al día siguiente; encuentros informales e improvisados entre las mesas, sobre los avances de la investigación. Y todo ello con una iluminación neutra de fluorescentes blancos, y el sonido machacón de los teléfonos y las máquinas de escribir funcionando a todo trapo. Pakula consigue que el periodismo se huela, y eso es para mí lo mejor de la película.
rober
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