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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Terror Nueva Inglaterra, 1630. Un matrimonio de colonos cristianos, con cinco hijos, vive cerca de un bosque que, según las creencias populares, está dominado por el mal. Cuando el hijo recién nacido desaparece y los cultivos no crecen, los miembros de la familia se rebelan los unos contra los otros: un mal sobrenatural les acecha en el bosque cercano. (FILMAFFINITY)
2 de noviembre de 2015
79 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una revisión del género de brujas y del cine de terror en general. “The witch” es una película sin apenas sobresaltos, con una ambientación austera, pero que provoca inquietud genuina.

El argumento es simple, y eso hace que no estemos precisamente ante una obra maestra. Sin embargo, Eggers lo compensa con una gran eficacia en la creación de atmósferas y con mucha economía narrativa. La trama, verdaderamente sórdida (una familia excomulgada y desterrada, expulsada de su comunidad, en una sociedad aún medieval, cerrada y beata), se formula en apenas cuatro trazos, lo justo para ponernos en situación de alerta. Y ese clima de constante desasosiego se desarrolla en cada toma, con un suspense siempre creciente. La ambigüedad de los personajes, la dureza del entorno, la niebla… El ser humano se presenta como un ser frágil, vulnerable, en un entorno hostil y marcado por la superstición. La sensación de terror se acentúa cuando aquello ante lo que nos enfrentamos es ignoto, desconocido y, por definición, tan poderoso como el mismo Dios.

Y lo grande de la película es que el conjunto funciona. “The witch” puede parecer lenta en cuanto a desarrollo argumental, pero los 87 minutos van perfectos. Para algunos, habría sido mejor un cortometraje, pero seguro que a muchos el tiempo se les habrá pasado muy despacio, de puro miedo. Para Eggers la angustia es un plato que se cuece a fuego muy lento, y cocinando con calma consigue que los giros de guión nunca se nos atraganten. Un banquete digno de paladares exigentes, que sobrecoge sin empalagar, ni hartarnos. La película es una sucesión de grandes escenas, al servicio de una idea básica: Eggers ha desarrollado una tesis sobre el terror, entendido como estado, y no como sentimiento. Y todo desemboca en un clímax arrollador, en el que el pánico se retroalimenta en un bucle desenfrenado (el miedo genera más miedo), hasta llegar a un desenlace deslumbrante y, lo mejor, coherente.
rober
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