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España España · Barcelona
Voto de reporter:
6
Thriller. Intriga. Drama Tras una temporada en Pekín, Roy y Jessie deciden viajar a Moscú en el Transiberiano, el ferrocarril que une la Rusia europea con las provincias rusas del Lejano Oriente. Aunque la gente que viaja en el gigantesco y sombrío tren es bastante extraña, la pareja no tarda en entablar relación con sus compañeros de compartimiento, Carlos y Abby, y con el inspector Grinko, que investiga el asesinato de un narcotraficante. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más publicitadas durante la última edición del Festival de Cine de Sitges dista mucho de la perfección, no obstante su visionado merece la pena ni que sea por lo arriesgado de su planteamiento. Al igual que una antigua locomotora, al filme le cuesta coger velocidad, pero al mismo tiempo cuesta no quedarse hipnotizado por el cada vez más rápido movimiento de sus ruedas. El gran triunfo de Brad Anderson es el de crear un entorno de lo más asfixiante, que cada minuto que pasa ayuda a avanzar a un filme en claro crescendo.

Al igual que la estupenda ‘No es país para viejos’, el paisaje se convierte en un personaje más de la trama. El excelente trato visual de la desoladora y gélida estepa siberiana ayuda a que aumente la sensación de miedo y desasosiego. Y es que la belleza puede ser traicionera. En este caso la inmaculada nieve se convierte en una trampa mortal, y por ello una razón de más para quedarse en el tétrico tren, que a la larga se acaba convirtiendo -como no podía ser de otra manera- en otra ratonera. Brad Anderson juega de forma muy inteligente con este concepto, y con eso amarra de forma muy satisfactoria buena parte del trabajo.

La otra parte la pone el lujoso reparto de actores. Aunque la estrella sea Woody Harrelson (muy divertido en su papel de bobalicón e ingenuo americano) la palma se la lleva la joven Emily Mortimer. Sobre ella recaen todos los conflictos de la historia y la verdad es que encarna a la perfección el rol de antigua gamberrilla en su vano intento de redención. La actriz británica hace que la expresión “pasarlas canutas” cobre más fuerza que nunca. La pobre Jessie va creando sin quererlo -pero plenamente consciente de ello- una gran bola que se va haciendo más y más grande. Especialmente espléndida está cuando se ve sola ante el peligro… siempre al borde del derrumbe moral pero impulsada por el miedo a que la descubran. Eduardo Noriega en cambio se muestra algo errático durante sus primeras escenas, cayendo -no sé si por su culpa o por exigencias del guión- en el tópico del seductor macho ibérico. Por suerte saca a relucir su calidad cuando su personaje se destapa como quien realmente es. Y hablando de calidad, ésta siempre está garantizada a manos de Ben Kingsley, que en esta ocasión hace gala de su innato talento para los acentos y consigue crear a través de sus intensas apariciones un magnético y terrorífico personaje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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