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Voto de Martes Carnaval:
6
Drama. Thriller Ambientada en los 90, la película aborda el destino de las mujeres noruegas que tuvieron relaciones con los soldados alemanes durante la ocupación nazi. Narra, además, cómo vivieron bajo el régimen de la Stasi en la antigua Alemania del Este. (FILMAFFINITY)
12 de julio de 2014
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dos vidas" es una película ambiciosa, lo que no quiere decir que alcance todos los objetivos propuestos, porque como dice el sabio Refranero: "El que mucho abarca poco aprieta". Conviven en ella tres planos:

1 ) Histórico.

Nos da cuenta de una atrocidad del nazismo, en la que no se ha profundizado suficientemente, obra de aquella mente diabólica que fue el lugarteniente de Hittler, Heinrich Himmler. Himmler, cuya principal virtud era la de ser un extraordinario organizador, es tristemente famoso por haber sido el principal planificador de la matanza metódica y sistemática de millones de judíos, polacos, gitanos, homosexuales, comunistas, enfermos mentales y subnormales: "El Holocausto", el conjunto de genocidios por los que figura en la memoria del horror de todos los tiempos el III Reich (el Tercer Imperio Alemán, después del Sacro Imperio Romano Germánico y del inmediatamente posterior a la unificación alemana en 1871).

La aniquilación de "los seres inferiores" era para Himmler la cruz de una moneda cuya cara era el sueño nazi de la eugenesia: promover la procreación de "seres superiores", individuos que respondiesen a un modelo de ser humano ideal, logrando así una "superraza" de arios, cuya pureza de sangre y perfección biológica establecieran su aplastante prioridad sobre cualquier otra raza.

Cuando el 6 de enero de 1929 Hitler nombra a Himmler comandante en jefe de las SS (organización paramilitar que bajo su mandato se convertiría en una de las maquinarias más poderosas y terroríficas del III Reich), éste encuentra un instrumento perfecto para la materialización de sus ideas. No tardó mucho tiempo —aprovechando las necesidades de ampliación de aquel cuerpo paramilitar con cada vez más funciones de control social— en establecer unas rígidas normas que determinasen el perfil de acceso a aquella organización, entre las que figuraban unas determinadas medidas antropomórficas: Ser de ojos azules, pelo rubio, estatura mínima de 1,75 metros, y un árbol genealógico conocido y sin mácula que se remontase, al menos, hasta 1.750. Un miembro de las SS no podía casarse sin la autorización de sus mandos. La novia debía demostrar su procedencia aria. Las candidatas eran examinadas en detalle por los seleccionadores de la raza y pasar por una serie de pruebas médicas y físicas. No acababan ahí las exigencias, pues el matrimonio así formado se comprometía a tener un mínimo de cuatro hijos.

Como estas medidas resultaron insuficientes para lograr a gran escala la finalidad que se pretendía, el 12 de diciembre de 1935 se constituye, bajo los auspicios de Himmler —de acuerdo con Hitler— una organización, "Lebensborn" (Fuente de Vida), de gran importancia en esta película, para potenciar la procreación de especímenes arios. A la vía de procreación ortodoxa y matrimonial se añadía otra extramatrimonial —lo que hoy llamaríamos el reclutamiento de "vientres de alquiler", pero con una función ideológica—. Para las mujeres, en su mayoría solteras que aceptaban, con la promesa de importantes privilegios y beneficios económicos, este papel reproductor con padres procedentes sobre todo de la cantera de las SS, se establecieron en Alemania clínicas especiales y clandestinas para que pudieran dar a luz. Sólo podían permanecer junto a sus hijos durante un periodo de tres meses, ya que los niños nacidos en los "Lebensborn" pertenecían al III Reich, que con el tiempo los entregaba para su adopción a familias arias de estricta obediencia al nazismo o eran criados e indoctrinados en orfanatos de lujo.

La II Guerra Mundial ofreció la posibilidad de extender el proyecto a los países ocupados. A ellos se envió a los seleccionadores de la raza para instalar los criaderos arios con el mismo formato que en Alemania. En Noruega, país bajo dominio alemán a partir del 9 de abril de 1940, que por su falta de resistencia al nazismo no sufrió los rigores sojuzgadores de otros, se constituyeron hasta nueve "Lebensborn", por ser declarada Noruega «nación pura para la raza aria». Aunque nunca se han sabido las cifras reales con exactitud, se calcula que en Noruega hubo alrededor de siete mil descendientes "Lebensborn", entre niños y niñas, de una de los cuales hace el seguimiento esta película.

En todos estos casos se seguía un riguroso registro de nacimientos, aunque en los mismos no figuraba el nombre del padre y se cambiaban los nombres y apellidos de los niños.

Hasta ahí la Historia. Pasemos a la película. En su presentación en el preestreno, su director, dio una importancia exagerada a la labor de la jefa de maquillaje —me imagino que por residir en Madrid—. Pues bien, creo que esta película maquilla algo la realidad para hacernos más simpático el personaje que interpreta Liv Ullmann. Una madre "Lebensborn" noruega es más que probable que lo fuese de forma planificada y con su aquiescencia, en contra de lo que se nos dice en la película.

2 ) Ideológico.

La película es una meditación acerca de la larga mano de los totalitarismos en el tiempo. No solo del nazismo sino también del soviético —más atemperado—, en su versión alemana. Y esa meditación me parece muy afortunada. Cuando despreciamos a nuestras democracias parlamentarias por su debilidad, indecisión o falta de autoridad nunca está de más acordarnos de la que nos hemos librado: de esos regímenes políticos que pretenden la felicidad absoluta para todos y lo único que consiguen es destruir vidas: cuando no físicamente, dejándolas marcadas para siempre.

3 ) Psicológico.

Por último, la película plantea un interesante dilema moral acerca de si un tenebroso secreto y una mentira continuada pueden convivir con una existencia plácida, rodeada del afecto de quienes la ignoran. El relato fílmico no es alentador en este sentido.

Como se ve, se abordan muchas cuestiones, y de naturaleza muy distinta, y el resultado, sin restarle mérito —que lo tiene— es un poco frustrante por su falta de profundidad.
Martes Carnaval
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