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Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Voto de Eric Packer:
7
Drama Cuando Julieta está a punto de abandonar Madrid para irse a vivir a Portugal, se encuentra por casualidad con Bea, una antigua amiga de su hija Antía, a la que no ve ni sabe nada desde hace años. Bea le cuenta que vio a Antía en el lago Como, en Italia, y que tiene 3 hijos. Aturdida por la noticia, Julieta cancela su viaje a Portugal y decide escribir sobre su hija, desde el día en que conoció a su padre durante un viaje en tren... ... [+]
10 de julio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pocos minutos del visionado del nuevo film de Almodóvar, en uno de los días mas calurosos y soleados en lo que va del verano, me viene a la mente Hannah y sus hermanas de Woody Allen pero no porque las películas cuenten con alguna relación temática sino porque las dos, a mi parecer, me han resultado la experiencia más cercana a estar leyendo un libro al momento de acudir a una sala de cine. En Julieta de Almodóvar se alcanza a ver toda la destreza narrativa de Pedro ganada con los años –ausente en la buena broma que fue Los amantes pasajeros– para contarnos una historia hecha de muchas historias –bueno, sólo tres– de la “nobeleada” Alice Munro, (premisa que recuerda a lo que hiciera Robert Altman con su Short Cuts a principios de los noventas para crear enlaces entre varios relatos breves aparentemente inconexos de Raymond Carver), historias de mujeres conflictuadas internamente y con su entorno, que se ven por demás comunes, que no van a cuento o sin trasfondo pero que si se las analiza con detenimiento y ojo cinematográfico sus avatares toman otra dimensión y casi casi llegan a terrenos de la tragedia griega. Julieta comienza con el rojo vivo y el azul eléctrico, marca de la casa de Almodóvar, el primer color está en la bata que porta una ojerosa Emma Suárez –que suponía ya retirada del medio– y el azul en el sobre de una carta que ella misma arroja al cesto de la basura. A no mucho de esta escena inicial un tanto enigmática que me recordó a Camilla en Mulholland Dr. de Lynch dejando caer el misterioso cubo azul en la habitación vacía de la tía Ruth, vemos a Dario Grandinetti, que pareciera repetirse como Marco de Hable con ella y que aquí va del interés amoroso de la Julieta madura, hablando de un planeado viaje a Portugal y bla bla bla, luego viene un encuentro fortuito con Bea, una chica guapa de ojos verdes que viene como un espíritu errabundo, de un pasado cercano del que Julieta se creía ya liberada por medio de distractores como el trabajo y Lorenzo, el personaje de Darío Grandinetti. Poco después llega una revelación que hace tambalear la frágil estabilidad bajo los pies de Julieta y entonces es que toma el bolígrafo, encuentra una hoja en blanco y el libro cobra vida: la sangría, oraciones, puntos y comas y puntos suspensivos comienzan a aparecer luminosos frente a nuestros ojos. Pero este libro en realidad no es para nosotros, voyeurs, el libro en sí es una extensa carta dirigida a Antía –un espíritu más–, la hija de Julieta: comienza a escribirse así la historia teniendo de fondo una noche de invierno en los ochentas, antes de que Antía siquiera estuviera pensada en la vida de su madre, ponemos el pie en el escalón del tren –donde como un pasajero más va el fogoso pescador que será el padre de Antía– e inicia el viaje que nos llevará por varias estaciones al pasado de Julieta para entender su presente que quizás nos permitirá predecir su futuro. Esta primera parte –porque hay que decirlo es muy marcada la partición entre la Julieta contenta del pasado y la Julieta triste de ahora, suerte de Melinda y Melinda, de nuevo Woody Allen, o al recurso de Ese Obscuro Objeto del Deseo donde Buñuel sin dar explicaciones usaba 2 mujeres para dar vida a la misma mujer: una la gélida y sofisticada, la otra cálida y sensual– es interpretada por Adriana Ugarte, y, bueno sin develar más parte de la trama hay un punto álgido en la historia, cuando ya todo se estaba volviendo un relato monótono que ya no daba para más sobre una familia que vive junto al mar, en el que Julieta sufre una metamorfosis y Adriana Ugarte es reemplazada por una sonámbula y afligida Emma Suarez –mostrando lo desperdiciada que ha estado como actriz en los últimos años–. En Julieta Almodóvar hilvana, tal vez como en ninguna otra de sus películas, la historia de varias mujeres antagonistas y silenciosas, al contrario de su Volver donde las mujeres, incluso madre e hija y abuela fantasma, enemistadas por distintos motivos, se unían todas en busca de la redención, aquí sin embargo todas buscan la independencia, como Greta Garbo “to be alone”, para macerarse en sus culpas hasta que se les haga la piel más dura o quién sabe con qué místico fin. Pero bueno a destacar es que esta, dejando de lado el personaje de Rossy de Palma, el ya citado rojo y azul que han empapado la cinematografía de Almodóvar desde sus inicios y el agónico canto de Chavela Vargas, es la película menos almodovariana en la filmografía de Pedro, pudiésemos decir que no parece una película suya: no hay personajes enloquecidos ni graciosos a pesar de la tragedia, ni un tinte de comicidad en Julieta: tiene más de Bergman, Hitchcock y Antonioni... mucho más de La Aventura de Antonioni que de lo ya visto en el cine de Almodóvar previo pero no por esto desmerece, el lado sobrio y austero –o como muchos ya han citado, "contenido"– de Pedro es por demás intrigante; ah, y tiene una frase que es un balazo y que me ha dado vueltas por la cabeza al terminar la película –en ese final que es un coitus interruptus– y encenderse la luz, dejar la butaca, bajar por las escaleras eléctricas y salir del aire acondicionado del centro comercial donde está el cine para encontrarme con esa misma tarde soleada, quizás la más calurosa en lo que va del verano: Tu ausencia llena mi vida por completo y la destruye, en esta frase se resume el libro que Julieta le ha escrito a su hija y que nosotros, indiscretos, nos hemos atrevido a leer sin su consentimiento.
Eric Packer
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