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España España · Sevilla
Voto de Mario:
7
Romance. Drama Jane Hudson, una solterona americana de 40 años, decide ir a pasar unas vacaciones a Venecia. Llega a la ciudad de los canales con la esperanza de encontrar el amor que tanto tiempo ha estado buscando. Impresionada por la belleza de la ciudad, paseando va a parar a la tienda de Renato, un encantador anticuario que transformará su solitaria estancia en una inolvidable experiencia. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean nació en el seno de una familia cuáquera inglesa en 1908. Su tío le regaló a los 12 años una cámara y su ama de llaves, muy aficionada al cine, le contaba las películas que veía. Ambas circunstancias marcaron su destino. Su estricta educación no le permitió asistir a una sala cinematográfica hasta los 17 años. A partir de entonces se dedicó por entero al cine al encontrar empleo como montador en unos estudios. Durante su época inglesa dirige películas muy interesantes como Breve encuentro, Cadenas rotas y El déspota. A partir de ahí trabaja fuera de su país. Locura de verano, rodada en Venecia, es su primera película en esta nueva etapa. Le seguirían superproducciones que han quedado como hitos en la historia del cine: El puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia, El doctor Zhivago, La hija de Ryan y Pasaje a la India. Para rodar estas películas David Lean estaba expuesto a todos los avatares. “Sólo trabaja en la incomodidad. Le gusta vivir en una tienda de campaña, sin agua ni luz, en condiciones muy exigentes. Yo, en cambio, sólo puedo rodar con agua corriente y el International Herald Tribune; si no, me siento sucio y mal informado», afirmaba con ironía el maestro Billy Wilder refiriéndose al director británico.
Locuras de verano es un canto a los viajes, otra de sus aficiones. Los viajes en tren, así comienza y acaba esta película. Él lo decía en una entrevista: “No sé por qué pero hay trenes en la mayoría de mis películas. Supongo que es por el niño que hay en mí, he tenido trenes de juguete desde pequeño. Igual se trata de algo particularmente inglés, pero no lo creo.
Katharine Hepburn llega a Venecia en tren, asomada a la ventanilla cámara en mano, filmando todo lo que ven sus asombrados ojos. Radiante de felicidad. La luz del mediterráneo, los canales, las palomas revoloteando, las terrazas, la ciudad entera le conquistan el espíritu.
Se aloja en la pensión Fiorini al pie mismo de un canal. En la terraza de la pensión, oyendo las canciones napolitanas que cantan los ocupantes de las góndolas que pasan, Jane, siente la llama del amor. Está en Venecia pero se siente sola. Su corazón viene de EEUU endurecido por alguna dura experiencia pero Venecia se lo ablanda. A ello va a contribuir la ciudad con sus encantos y un anticuario, también con amores contrariados. El regalo de una gardenia desencadena una hermosa historia de amor. Y el tren y esa flor serán al final de la película dos elementos esenciales. El que vea esta película y no sienta deseos irrefrenables de ir a Venecia carece de sensibilidad. Es una tentación, aunque no encuentre sentada en una de sus terrazas a la elegante y serena señorita Jane tomando un café. Seguro que éste fue unos de los viajes más inolvidables de David Lean.
Mario
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