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España España · Sevilla
Voto de Mario:
9
Drama El día de la Epifanía de 1904 está a punto de empezar una de las fiestas más concurridas de Dublín, la de las señoritas Morkan. Entre los invitados se encuentra Gabriel Conroy, sobrino de las anfitrionas y marido de la hermosa Gretta. Esa noche, los invitados disfrutan de una magnífica velada. Gabriel, muy enamorado de su esposa, observa su emoción cuando suena una antigua canción de amor. De vuelta a casa, Gretta le confiesa un secreto. (FILMAFFINITY) [+]
19 de marzo de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto que un amigo de Filmaffinity incluye en la crítica de esta película el párrafo final del cuento de James Joyce The dead en el que está basada. Yo voy a hacer lo mismo porque creo que en ése párrafo se encierra lo más emocionante y crucial del film. La traducción es diferente, la suya es de Cabrera Infante, la mía de García Tortosa, el español que más sabe de Joyce. Se admiten comparaciones y apuestas entre las dos.
La película llega al alma, está llena de nostalgia, de tristeza, de añoranzas... No sólo Huston se moría mientras la rodaba, todos los personajes están ya muy cerca del cementerio solitario donde yacía Michel Fury. Todos se consumen lentamente, tan silenciosamente como la nieve que cae. ¡Vaya testamento que nos dejó el maestro Huston! ¡Qué maravilla! Casi tan impresionante como el cuento de Joyce. Por favor, leed ese final:

Comenzó a nevar otra vez. Miró soñoliento los copos, plateados y obscuros, caer de lado contra la farola. Le había llegado el tiempo de emprender el viaje hacia el oeste. Sí, tenían razón los periódicos: habría nieve en todo Irlanda. Caía por toda la obscura llanura central, por las colinas sin árboles, caía suave sobre el pantanal de Allen y, más hacia el oeste, caía suave en las obscuras, rompientes y turbulentas aguas del Shannon. Caía también en el camposanto solitario de la colina donde yacía Michael Furey. La nieve yacía espesa amontonada en las cruces retorcidas y en las lápidas, en las lanzas de la pequeña cancela, en los yermos espinos. Su alma se consumía lentamente mientras oía caer la nieve plácida a través del universo y plácida caía, como el descenso de su último fin, sobre todos los vivos y los muertos.
Mario
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