A estas alturas creo que no es necesario presentar a esos dos galos que son Asterix y Obelix, ni a los personajes de su aldea: el jefe, el druida, el bardo, el pescatero. Ni hace falta hablar de la poción mágica. Ni a su archienemigo Julio Cesar.
La película comienza con una batalla entre el pueblo galo y los legionarios romanos, y nos traslada al Senado romano, donde deciden poner a prueba al pueblo galo. Y ahí es donde arranca la historia. Deben realizar doce pruebas para demostrar que son dioses, las cuales logran realizarlas con humanidad (el comer es un placer, y si no hay jabalíes para comer no hay placer), inteligencia (vencer a la burocracia con su propia burocracia) y la ayuda de la poción mágica.
Como en los tebeos, despliega una caricaturarización (que palabra más complicada) de los habitantes de diversos países: galos, romanos, griegos, egipcios, persas, belgas y germanos. Lo único que chirría es el doblaje sudamericano, ¿es que en aquella época no había dobladores españoles?.