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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
9
Drama TJ (Devin Brochu), un niño 13 años, y su padre, destrozados por la trágica pérdida de su madre y esposa, se van a vivir con la abuela. Un día, de camino a la escuela, TJ conoce a Hesher (Joseph Gordon-Levitt), un veinteañero con muchos problemas, que se convierte en el mentor y torturador de TJ impulsándolo a meterse en toda clase de líos. En una ocasión, Nicole (Natalie Portman), una joven dependienta de una tienda de ultramarinos, ... [+]
11 de diciembre de 2011
34 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hesher es la negación de todo, ni siquiera podría decirse que opta por lo inmoral. Un acto inmoral lleva consigo una carga de maldad, la conciencia de dicho acto en tanto procedimiento incorrecto. Hesher es amoral, no hay reparo alguno en sus acciones, es el impulso mismo llevado a extremos completamente irracionales. Y esa misma irracionalidad se transforma en la fórmula secreta de la peli: de allí sus peripecias cuasi surrealistas, de allí esa licencia poética (sí, poética, una poesía puede ser rastrera y visceral, no depende exclusivamente de la belleza y de lo sutil) para justificar ciertas escenas que dentro de un marco realista no tendrían cabida.

En Hesher se aprecia una moraleja que roza el desastre y que se emparenta mucho con la frase final de Pecados capitales: "dicen que el mundo es hermoso y que hay que luchar por él. Estoy de acuerdo con lo segundo". Levitt podría haber quedado como un personaje controvertido y vacío, y peligrosamente en muchas secuencias se acerca a ello, pero es esa secuencia final la que justifica su anti-filosofía y la que lo convierte, por sus propias acciones y por los símbolos que de él se desprenden, en una figura de carácter universal por sus propias particularidades (¡notan la increíble paradoja!).

Partiendo de una familia destruída, pues todo lo demás llevará la nefasta acción en cadena: la destrucción de toda norma y régimen equilibrado de vida. Hesher se instala en sus vidas como el resultado inevitable de una fé perdida. El paraíso edulcorado, la única verdadera pega de la peli, que se nos presenta en ese flash back solo anticipa la pérdida del mismo, y la búsqueda subsiguiente por recuperar los pedazos sueltos. En ese aspecto Hesher es peligrosa desde su mensaje: encarnar la violencia llevada a los extremos como acto catártico que nos permitirá, tarde o temprano, encontrar de vuelta el camino más pacífico.
Juan Rúas
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