Cam es una historia que no duda, ya en los primeros compases, en mostrar su doble lectura. Toda la trama está al servicio de la búsqueda de una identidad que se ha desvanecido, se ha borrado, o bien que ha sido suplantada por otra falsa, pero "sorprendentemente" similar.

A partir de allí todo gira en una mezcla de lucha interna y externa de la protagonista, buscando aquello que le arrebataron. Madeline Weber afronta un personaje complejo y adopta una posición actoral, digamos, cómoda: prefiere optar por un personaje de acciones tomar en desmedro de vislumbrar matices más dramáticos o intimistas. O dicho de otro modo: Lola se deja llevar por la historia y como resolver el problema, sin profundizar demasiado en todo lo que ese problema representa o simboliza.

Esta posición se traslada irremediablemente a todo el guión: Lola no para de buscarle la vuelta a una trama paradójica, pero siempre afrontando el problema como algo externo.

¿Qué nos dice esta rara historia, si dejamos de lado a Lola? No demasiado, porque el uso de la primera persona borra miradas ajenas. Como espectadores no podemos sacar demasiadas conclusiones y la peli tampoco se interesa en descifrarlas. No hay indicios fuertes sobre como catalogar la situación (¿fantástica, psicológica, metafísica?) y toda su verosimilitud está anclada en la mirada protagónica.

El resultado es un vaso a medio llenar porque Cuenta bloqueada invierte demasiado en un rompecabezas para armar sin detenerse en las razones esenciales de ese puzzle.