Un rostro desconocido arranca con un par de indicios nefastos, indicios que luego lamentablemente se plasmarían: sobre explicativa a morir, primeros planos de principiante televisivo, una historia madre que ya la digirieron todos y terribles fallas en la verosimilitud.
Frases al estilo: "estabas aquí y quisiste ahorcarme" en vez de "estás loca, que diablos te pasa" o una madre que ante los planteos de su hija le cree de primera mano en vez de considerarla una esquizofrénica. Por no hablar de la, ridícula, charla entre las enfermeras (discursos hechos para cerrar los cabos sueltos). Todos estos detalles confirman lo peor: se bajan las fórmulas sobre un contexto y una atmósfera no trabajada. Allí es donde esta entrega televisiva se hunde por el abismo.

Por otro lado tenemos una sorpresa: lo que se iniciaba como algo recontra previsible de pronto da volantazos en el guión que le empienzan a otorgar frescura e imprevisibilidad a la historia, y lo que parecía caer en el aburrimiento se vuelve interesante, como mucho, pero es algo.
Si una historia como la de Un rostro desconocido hubiera caído en manos más hábiles y, definitivamente, menos propensas al uso de las convenciones televisivas a extremos irritantes de seguro acabaríamos con otro sabor de boca.