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Bahamas Bahamas · La Gran Depresión
Voto de h e r m a n ô n e g r ö:
10
Drama Freddie Clegg, un empleado del Banco de Londres, es un hombre introvertido y triste que se dedica a coleccionar mariposas. Su vida cambia bruscamente cuando le toca la lotería, pues entonces decide secuestrar a Miranda Grey, una joven estudiante de arte por la que se siente atraído desde hace tiempo. Compra una casa en las afueras de Londres y retiene a la chica en el sótano un mes. Durante ese tiempo afloran en los dos personajes ... [+]
18 de septiembre de 2010
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wyler es un tipo capaz, englobando en ese término a toda habilidad para hacer grandioso cine. Todo lo que he visto de él roza la perfección técnica, al menos a mi modo clásico de ver el séptimo arte. Pero uno se da cuenta de que ésta no es una obra maestra al uso, sino una obra arriesgada de un hombre que sabe que domina lo que hace y que sabe plasmar y enlazar lo enfermizo y lo coherente. El personaje de Freddie consigue ese imposible equilibrio.

Freddie es un hombre muy inteligente, maniático, ambicioso y detallista, que busca la perfección absoluta, que no es otra que la que vive en su mente. Por eso se fija en Miranda, una como otra cualquiera, con la diferencia, la gran diferencia, de que es preciosa. Consciente del mundo que le rodea, y en una acción que corresponde a su inteligencia innata, le aisla de la contaminación, intentando que de una vez por todas se atisbe esa luz entre su mente y lo real, sin percatarse de la confrontación entre su mundo idílico de evasión y el mundo social y actual. Ese fue su único fallo.

Miranda, por el contrario, es una pseudointelectual, en la que influyen multitud de corrientes. Con bases y pilares ya creados de lo que es y lo que no es. Sin embargo tiene ingenio y es perspicaz, aunque estas habilidades frente a las de nuestro amigo Freddie son secundarias, invenciones. Ella fue comprendiendo que nunca de otra forma se hubieran conocido, algo evidente. Freddie se hubiese vuelto alcohólico en un mes de haber entablado amistad con sus allegados, sentados en un bar hablando de vacuidades o simplemente intentando formar parte de ese mundo. A Miranda, infectada, inocente de todos los cargos por otra parte, le afectó demasiado la bocanada de aire puro.

Una vez entendidos los personajes, las acciones, las miradas y los hechos son cosa del espectador. Ese amplio abanico de observaciones y estimaciones personales es lo que le da una profundidad a la obra que la hace diferente. Tú eres el invitado y juez final, el del veredicto inapelable.

Lo que está clara es la diferencia entre alguien loco y alguien fantasioso. Mientras que uno se ocupa de actuar, con nefastas consecuencias en la gran mayoría de los casos, otro se limita a observar y dejar pasar el tiempo, consciente de lo utópico de su salvación.
h e r m a n ô n e g r ö
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