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Voto de Gabriel Ufa:
8
6,2
6.072
Drama
Silvia es una joven marcada por una oscura infancia. Con apenas 25 años decide rehacer su vida y enfrentarse a las personas, sentimientos y emociones que la mantienen ligada al pasado. Y en su lucha contra la adversidad, contra sí misma, irá aprendiendo a controlar sus miedos y a convertirse en una mujer adulta, dueña de sus actos. (FILMAFFINITY)
4 de marzo de 2012
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estuvo Montxo Armendáriz en Almería el día después de la gala de los Goya 2012, presentando “No tengas miedo” y ofreciendo una charla-coloquio tras el film. Desde luego, la impresión no pudo ser más satisfactoria. La película es buena en sí, pero gana mucho más si quien te cuenta sus detalles y sus secretos es su director.
El argumento gira en torno a Silvia (excepcional Michelle Jenner), una chica de 25 años con graves trastornos, producto de una infancia durísima en la que se ha visto sola, cercada y terriblemente desamparada. Hay flash-backs que nos remontan a cuando Silvia era una niña. De hecho, hay una escena, casi al principio, rodada con exquisito buen gusto (no se muestra al padre), pero sobrecogedora en la que un servidor y su acompañante se preguntaron si tendrían fuerza para seguir viendo el film. Aunque la peli es dura, en adelante se suaviza (relativamente), y la maestría del director de “Secretos del corazón”, consigue un calculadísimo y excepcional equilibrio entre la exposición de los hechos y la inquietud en el espectador, siempre con respeto. Así pues, Armendáriz consigue un logradísimo recorrido por la senda vital de Silvia hasta los 25 años.
Para realizar este viaje a su resquebrajado mundo interior, la cámara se sitúa siempre a la altura de Silvia, de modo que en la infancia hay escenas en que vemos su cara pero no la de sus padres, como queriendo expresar la distancia entre niño y adulto, entre esos padres y esta hija.
“No tengas miedo” está llena de pequeños detalles como éste, que pueden pasar desapercibidos sin una segunda visión o una explicación. Por ejemplo, el dibujo que la niña entrega a su maestra (copiado de una exposición real de niños con el mismo problema) y que ésta no sabe detectar o no le concede mayor importancia.
Comentaba Montxo que al pasar la película en Estocolmo (Suecia), los maestros de allí se asombraban en que la maestra española no supiera reconocer lo que ese dibujo simbolizaba; se trata de un sol con rayos rojos y una niña pequeñita tumbada, sola, aislada, en un campo inmenso. Sin entrar a criticar la labor del docente, parece claro que hay un claro déficit en la formación que reciben los docentes a la hora de reconocer este asunto (y lo dice un diplomado en Magisterio).
Hay, además, una profundísima labor de documentación e investigación de alrededor de año y medio por parte de Montxo Armendáriz y su equipo, incluyendo a los actores principales, que comprendió lectura de informes, novelas, visión de documentales, películas (“Lolita” de Kubrick y sobre todo, "Repulsión" de Polanski), entrevistas a afectados, asistencia a terapias, incluso de padres abusadores en tratamiento.
Todo ello está reflejado en el film y quizá por ello desprende tal grado de veracidad. Tiene también Armendáriz una sensibilidad especial que siempre utiliza al servicio de la historia. Como él mismo decía, no hay nada inventado, todo lo que aparece sucede, por increíble que parezca.
El argumento gira en torno a Silvia (excepcional Michelle Jenner), una chica de 25 años con graves trastornos, producto de una infancia durísima en la que se ha visto sola, cercada y terriblemente desamparada. Hay flash-backs que nos remontan a cuando Silvia era una niña. De hecho, hay una escena, casi al principio, rodada con exquisito buen gusto (no se muestra al padre), pero sobrecogedora en la que un servidor y su acompañante se preguntaron si tendrían fuerza para seguir viendo el film. Aunque la peli es dura, en adelante se suaviza (relativamente), y la maestría del director de “Secretos del corazón”, consigue un calculadísimo y excepcional equilibrio entre la exposición de los hechos y la inquietud en el espectador, siempre con respeto. Así pues, Armendáriz consigue un logradísimo recorrido por la senda vital de Silvia hasta los 25 años.
Para realizar este viaje a su resquebrajado mundo interior, la cámara se sitúa siempre a la altura de Silvia, de modo que en la infancia hay escenas en que vemos su cara pero no la de sus padres, como queriendo expresar la distancia entre niño y adulto, entre esos padres y esta hija.
“No tengas miedo” está llena de pequeños detalles como éste, que pueden pasar desapercibidos sin una segunda visión o una explicación. Por ejemplo, el dibujo que la niña entrega a su maestra (copiado de una exposición real de niños con el mismo problema) y que ésta no sabe detectar o no le concede mayor importancia.
Comentaba Montxo que al pasar la película en Estocolmo (Suecia), los maestros de allí se asombraban en que la maestra española no supiera reconocer lo que ese dibujo simbolizaba; se trata de un sol con rayos rojos y una niña pequeñita tumbada, sola, aislada, en un campo inmenso. Sin entrar a criticar la labor del docente, parece claro que hay un claro déficit en la formación que reciben los docentes a la hora de reconocer este asunto (y lo dice un diplomado en Magisterio).
Hay, además, una profundísima labor de documentación e investigación de alrededor de año y medio por parte de Montxo Armendáriz y su equipo, incluyendo a los actores principales, que comprendió lectura de informes, novelas, visión de documentales, películas (“Lolita” de Kubrick y sobre todo, "Repulsión" de Polanski), entrevistas a afectados, asistencia a terapias, incluso de padres abusadores en tratamiento.
Todo ello está reflejado en el film y quizá por ello desprende tal grado de veracidad. Tiene también Armendáriz una sensibilidad especial que siempre utiliza al servicio de la historia. Como él mismo decía, no hay nada inventado, todo lo que aparece sucede, por increíble que parezca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Está más que cumplido el objetivo inicial de hacer una película incómoda, por tanto poco comercial (“Esta no es una película para hacer dinero”), pero que plasmara una realidad y que transmitiera todo el dolor y el sufrimiento padecido. A mi parecer, en este sentido la película es de 10.
Respecto a los actores, chapeau. Se nota la magnifica dirección de actores. A pesar de que Lluís Homar no es un actor al que le tenga estima, aquí lo hace de fábula. Es uno de esos personajes que la mayoría de actores rechazan por resultar desagradable y él lo borda. Servicial, detallista, pausado, bien visto profesionalmente, es uno de esos pederastas que nunca llaman la atención y del que los vecinos nunca sospecharían.
La labor de la joven Michelle Jenner es también fantástica. Aportando matices, transmite gran realismo, desde su soledad y su estado de ánimo. No es fácil interpretar a alguien como Silvia, con trastorno de disociación de la personalidad (alguien que no distingue realidad de ficción o que puede alcanzar hasta tres personalidades). Tanto ella como las niñas de otras edades están muy, muy bien. Y luego está Belén Rueda, una actriz con una filmografía muy escogida, muy sobria. Tiene pocos minutos, pero son de gran trascendencia, y descubrimos otra realidad sorprendente con ella, más frecuente de lo que pensamos.
Silvia sonríe sólo 3 veces. Casi al principio, cuando todavía es una niña feliz. Después, en la discoteca con Rubén Ochandiano, en donde parece que ha conseguido evadirse temporalmente, y al final, con la llamada en donde parece conseguir la fuerza necesaria para abrirse camino por sí sola y empezar a ser libre.
Se destierran muchos presupuestos concebidos a priori (como que esto sólo se da en clases bajas, el enorme porcentaje de madres cómplices o que miran para otro lado, etc). Por cierto, una reflexión que dejó Montxo Armendáriz: ¿por qué España es uno de los pocos países europeos, o el único, en que estos delitos sexuales prescriben?
En definitiva, una película sorprendente, casi necesaria, acerca de las secuelas y de la imposibilidad de llevar una existencia normal, debido a una infancia tremenda marcada de por vida. De nuevo Montxo Armendáriz da en la diana.
Respecto a los actores, chapeau. Se nota la magnifica dirección de actores. A pesar de que Lluís Homar no es un actor al que le tenga estima, aquí lo hace de fábula. Es uno de esos personajes que la mayoría de actores rechazan por resultar desagradable y él lo borda. Servicial, detallista, pausado, bien visto profesionalmente, es uno de esos pederastas que nunca llaman la atención y del que los vecinos nunca sospecharían.
La labor de la joven Michelle Jenner es también fantástica. Aportando matices, transmite gran realismo, desde su soledad y su estado de ánimo. No es fácil interpretar a alguien como Silvia, con trastorno de disociación de la personalidad (alguien que no distingue realidad de ficción o que puede alcanzar hasta tres personalidades). Tanto ella como las niñas de otras edades están muy, muy bien. Y luego está Belén Rueda, una actriz con una filmografía muy escogida, muy sobria. Tiene pocos minutos, pero son de gran trascendencia, y descubrimos otra realidad sorprendente con ella, más frecuente de lo que pensamos.
Silvia sonríe sólo 3 veces. Casi al principio, cuando todavía es una niña feliz. Después, en la discoteca con Rubén Ochandiano, en donde parece que ha conseguido evadirse temporalmente, y al final, con la llamada en donde parece conseguir la fuerza necesaria para abrirse camino por sí sola y empezar a ser libre.
Se destierran muchos presupuestos concebidos a priori (como que esto sólo se da en clases bajas, el enorme porcentaje de madres cómplices o que miran para otro lado, etc). Por cierto, una reflexión que dejó Montxo Armendáriz: ¿por qué España es uno de los pocos países europeos, o el único, en que estos delitos sexuales prescriben?
En definitiva, una película sorprendente, casi necesaria, acerca de las secuelas y de la imposibilidad de llevar una existencia normal, debido a una infancia tremenda marcada de por vida. De nuevo Montxo Armendáriz da en la diana.