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Voto de Strhoeimniano:
10
Drama Una mujer a la que le ha tocado la lotería se casa con un presunto dentista. El novio abandonado lo acusa de no tener licencia para ejercer como tal. A causa de ello, el matrimonio vive con dificultades, pero la mujer ahorra compulsivamente. Finalmente, la avaricia y los celos desembocarán en tragedia. Existen dos versiones: la censurada, de dos horas y media, y la completa, de cuatro horas. (FILMAFFINITY)
20 de mayo de 2005
95 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la vi por primera vez, dado lo herejes que somos los que amamos el cine, me convencí de que Dios existía y era el genial Erich Von Stroheim. Desde las primeras imágenes tiene una fuerza telúrica impresionante; sólo los grandes maestros saben crear y Stroheim iba sobrado, en dos “plumazos” decía más que otros tras horas de disgresiones. Por ejemplo: Mc Teaque, el protagonista, toma las piedras donde se oculta el oro como lo que son: piedras; sin embargo, ese gigantes dos pasos después coge un pajarillo herido y con infinita ternura trata de devolverle el vigor. Un compañero se lo quita de un golpe y Mc Teaque ni se lo piensa: lo lanza por un barranco. El genio de Stroheim sólo pone un breve cartel: “Así era Mc Teaque”. Te lo ha dejado tan grabado que a lo largo de esa caída libre a lo más bajo que muestra la película que planea sobre todo este magistral drama. En una conversación de B. Wilder con M. Ciment, le comenta el gran director una conversación que tuvo con Stroheim cuando rodó el Crepúsculo de los Dioses. Wilder le dice que su problema fue adelantarse diez años al cine que se hacía; Stroheim contesta que veinte... Yo digo que cincuenta. Todo el cine posterior está ahí. Ya está Ciudadano Kane, el surrealismo, el neorrealismo, Fellini. Es prodigiosa. Su imagen final, en el Valle de la Muerte, seguro que ha inspirado a más de un western. Es una película cruel y violenta, con los actores en un estado de gracia absoluto, desde Gibson Gowland, a Zazu Pitts, pero cine cien por cien como sólo un genio podía hacerla.
Como ironía final hay un premio que no se concede todos los años en la entrega de los Óscar: el premio Irving Thalberg. Este hombre, genial productor, fue el causante de que una pelicula de 10 horas (Stroheim no uso guión sino que sencillamente cogió el libro de Frank Norris y comenzó a rodarlo, página a página), pasará a la duración actual; con el metraje sobrante sólo hizo una cosa: quemarlo. Buena prueba de los caminos por los que anda el cine.
Un abrazo a todos/as.
Strhoeimniano
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