Pues sí, porque Simon Pegg tiene, en mi opinión, algo que le emparenta, salvando las distancias, por supuesto, con esa escuela británica encabezada por Peter Sellers. Es gracioso sin ser histriónico, ni hacer gestos o ruidos, simplemente siendo natural, simple, como los personajes perdedores que gusta de interpretar. Aquí lo vuelve a hacer y sale de nuevo airoso. La historia es simple y hasta se puede decir que, en algunos momentos, algo ñoña, pero la saca adelante con unos diálogos por encima de la media. David Schwimmer creo que debuta con buen pie, con una divertida comedia muy de su estilo, como Ross, su personaje de Friends. Además la banda sonora es estupenda.