Tras una muy buena media hora inicial, y a pesar que Cameron Diaz chirría en el papel de profesora amante de Sartre, uno se va perdiendo entre una amalgama de personajes ¿simbólicos? y situaciones ridículas (como la persecución por los pasillos de la biblioteca). El dilema moral queda diluido oculto por una historia a mitad de camino entre la ciencia ficción y el drama. Para mostrar una visión pesimista de la naturaleza humana no había hecho falta semejante batiburrillo. La sensación de tomadura de pelo al final de la cinta avanza a medida que uno se levanta del sillón. Una decepción de mano del creador de Donnie Darko.