Este debut en la realización cinematográfica de Eran Korlin ha recogido un buen número de premios por decenas de festivales por los que ha recorrido este pasado ya 2007. Es un film que arranca con un poso amable, que mantiene ese espíritu inocente y cómico durante el metraje pero que se va cargando de una tristeza cada vez más profunda hasta deparar un canto final melancólico. De entrada el planteamiento es original, una banda egipcia se equivoca de destino en Israel y pasa una noche en una pequeña ciudad casi desértica y "muerta" en comparación a la Alejandría de donde vienen. Aquí surge una leve trama, tal vez demasiado leve, en la que seguimos sobre todo a dos o tres personajes de la banda hasta descubrir sus tragedias o sus problemas de comunicación. El film es agradable, una de esas propuestas que tan encaminadas van habitualmente hacia el premio del público en un festival, pero no acaba de despegar todo lo que promete en un inicio, hubiera sido deseable un mayor nivel de profundidad, pero aún con todo es un buen acercamiento al cine de Israel, tan desconocido y particular.