Todd Verow ha construido un guión que resulta muy eficiente a la hora de enganchar al espectador. Otra cosa es que el espectador vaya pensando al tiempo que la historia se desarrolla. Hay demasiados momentos en los que se quiere ver (cuerpo) y se abandona la idea de pensar. Con todo ello llega un momento de la película en el que consigues plantearte, tu mismo, que harías en la situación de los personajes. En cada una de las dos situaciones según cada uno de los personajes. Y en ese momento el cinismo de Verow se aparta y deja pasar al corazón de la persona que debe ser haciéndonos ver que los sentimientos, en determinadas personas, pueden ser más importantes que las mismas situaciones. Aparece ese regusto romanticón característico de los reencuentros, pero si se mezcla con la fuerza del sexo, el plato está servido para ser degustado y relamido. No diría que es una buena película, pero si que es una película eficiente en cuanto consigue los efectos que muchos espectadores irán buscando. Y destacaría, por último, que las interpretaciones son más que correctas, en los tres protagonistas principales, que en los primeros planos consiguen enamorarte y ponerte de parte de cada uno de ellos.